Capítulo final

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- Así que ahora te dedicas a revolcarte con mi hermano.

Las palabras de Yara demostraban su sorpresa y su desagrado al mismo tiempo. Sabía desde el principio que era esto lo que llevaba idea de decirme. Por qué si no iba a querer "dialogar" conmigo. Había aceptado porque no me quedaba alternativa y, por más que detestase tener esta conversación, al menos podía disfrutar de una buena jarra de vino.

- Ya lo viste con tus propios ojos. – respondí, cortante. – ¿Para qué preguntas entonces?

- Curiosidad. Nada más. – masculló. – Venga. Dame detalles. ¿Cómo lo hacéis sin... eso? ¿Igual que dos mujeres? ¿Funciona así?

- Eres repulsiva. – escupí. – Entiendo por qué Theon me necesitaba aquí para no volverse loco. Sois unos bárbaros.

- Perdiste el derecho a hablar de moralidad en el momento en el que te casaste con Ramsay, querida.

Cogí aire profundamente y lo dejé escapar. Luego me terminé el contenido de mi copa de vino y me la rellené. Quizás ebria llevaría la situación mejor.

- Hace tres días que Theon se ha marchado a la guerra y no te veo ni lo más preocupada por él.

- ¿Qué debería hacer? ¿Encerrarme en mi cuarto y lamentarme como tú? – cuestionó con ironía. – Ahora de repente estás enamorada de él o algo así, ¿no? Y por eso te martirizas tanto por lo que pueda pasarle.

- No estoy enamorada de él. – concluí. – Pero Theon me importa. Parece ser que soy la única de aquí que se preocupa por él.

Yara sacó su cuchillo de la cinturilla del pantalón y lo clavó sobre la mesa sobresaltándome. Su rostro mantenía cierta burla, pero parecía mucho más amenazante que antes. Tal vez no debería hablar tan a la ligera.

- Mi hermano me importa. Es sangre de mi sangre. Pero no voy a lamentarme porque eso es lo que hacen los débiles. – comentó. – Aun así, dado que quieres llevar esta charla hacia un camino más serio, te lo concederé. Esa guerra suena muy mal. Cuando me lo explicaron me alegré de vivir rodeada de agua por todas partes.

- ¿A qué te refieres?

- No parecen estar convencidos de que vayan a ganar, por eso necesitaban toda la ayuda posible. – me explicó. – No creo que mi hermano se haya ido con intención de volver.

Me quedé sin palabras por unos segundos. Pestañeé y tragué saliva puesto que la garganta la llevaba sorprendentemente seca de un momento para otro.

- Tiene que volver. Le hice prometérmelo.

- Así que es eso. Te has acostado con él para convencerle de que vuelva.

- No. No tiene que ver. Habría pasado de todas formas aunque no se marchase.

- ¿Y por qué es? – insistió. – ¿Por qué te acuestas con él? ¿Crees que así recuperarás tu título?

- No.

- Venga, Vhaera, no seas aburrida. Abre tu corazón. – detestaba que se mofara de mí y también estaba harta de estar aquí con ella.

Sabía que no era Lady de nada, pero me rellené mi copa de vino y abandoné la habitación con la elegancia de una reina. Seguro que me amenazaría con matarme o encerrarme, pero hasta eso me había aburrido. Que se atreviera a ir contra mí, si podía. No me detuve hasta llegar a mi dormitorio y cerré de un portazo.

- Alguien se ha levantado con el pie izquierdo de la cama. Esa es la chica que yo conocí.

Su voz resonó en mi cabeza y logró ponerme los pelos de punta. Arrojé la copa del vino al suelo sin que me importara manchar todo y me cubrí el rostro con las manos.

Una obsesión letal | Ramsay BoltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora