Mi cuerpo estaba adolorido. Ser la esposa de Ramsay me había pasado factura con creces. Llevábamos una semana casados, no era mucho, pero mi cuerpo estaba lleno de moratones. Todas las noches lo hacíamos siguiendo sus deseos y con rudeza. Mordía y succionaba mi cuerpo sin pedir permiso y sus dedos se clavaban en mi carne tan fuerte que al día siguiente la zona se ponía morada.
La mañana de después, cuando despertaba, él ya no estaba en la cama. Por ese mismo motivo me extrañó verle todavía acostado y mirándome fijamente.
- Buenos días. – masculló.
- Buenos días. – respondí, cohibida. – ¿Sucede algo?
- Quería despedirme de mi esposa, así que he esperado hasta que te levantaras.
- ¿Despedirte?
- Tengo cosas que hacer. – resumió. – Estaré un par de días fuera.
No iba a interrogarlo para saber ni a dónde iba ni para qué. Quizás me fuera más conveniente desconocerlo.
- Está bien. – asentí.
Permanecimos varios segundos en silencio, los suficientes como para comenzar a incomodarme. Ramsay no me quitaba la vista de encima y odiaba no saber qué maquinaba su mente.
- ¿Te sientes adolorida después de lo de ayer? – cuestionó, sin andarse con rodeos.
Me humedecí los labios antes de responder.
- Un poco.
- Bien. – asintió, complacido. – Cada noche gimes más. Voy a empezar a pensar que de verdad los disfrutas.
No tenía palabras para darle porque ni si quiera sabía qué decirme a mí misma al pensar en ello. Me habían sacado de mi hogar y me habían obligado a casarme con un sádico demente a quien le gustaba hacerme daño. No podía estar disfrutando de este matrimonio y, aun así, sentía placer al tenerle dentro de mí.
- Dime la verdad. – insistió. – ¿Desde cuando me deseas? Es estúpido que lo niegues. Sé que lo haces.
Permanecí en silencio. Por un momento, creí que se marcharía de aquí sin una respuesta, pero me equivocaba. Se incorporó lo justo para llevar su mano a mi cuello, aplicando una presión leve. Sus ojos demandantes exigían una respuesta.
- Si lo vuelvo a preguntar, no será por las buenas.
- Te vi con la doncella. – solté por fin, confesándomelo a mí misma al mismo tiempo. – Te vi con la doncella esa noche y deseé sentir lo que sentía ella.
Ramsay no añadió nada, tan solo inspeccionó mi rostro unos segundos más antes de soltarme y levantarse de la cama para empezar a vestirse. Salió sin despedirse y, poco después, vi por la ventana cómo los caballos se marchaban.
Deseaba volver a mi hogar, pues sabía que a este sitio jamás lo podría llamar de esa forma, mucho menos junto a la familia a la que me encontraba. De cualquier forma, poco a poco me hacía a la idea de que ahora estaba casada con Ramsay. Su parte cruel había desaparecido desde la boda, salvo algún que otro gesto y mirada amenazante. Tampoco era como si hablásemos o nos viésemos mucho. Tal vez solo estaba calmado porque nos acostábamos todas las noches.
Después del incidente de esa mañana, se me ocurrió algo que hacer. Rondé por el castillo en silencio, buscándola, pero no la encontré. Finalmente, me rendí y le conté a una de mis doncellas habituales la persona a la que buscaba. A penas veinte minutos más tarde, la susodicha apareció por la puerta de mi dormitorio.
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Una obsesión letal | Ramsay Bolton
Hayran KurguSer la única hija de su casa la llevará a aceptar un matrimonio que no desea. Pronto descubrirá que se ha metido en la boca del mismísimo lobo, pero tal vez pueda encontrar cierto placer en ella. 20/7/2020 ➞ #1 ramsaybolton 26/5/2022 ➞ #1 bolton #...