CAPÍTULO 16

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Descendimos de los caballos al llegar hasta el castillo. Era tarde, muy tarde.

-¿podré quedarme aquí?- le preguntó la niña a ken.

-claro que sí. Entra, iré a guardar los caballos- le dijo ken a su hija.

La niña sonrió feliz, y me miró.

-¿me acompañas?- estiró su mano en mi dirección.

Mi vista paso de la mano de la niña,al rostro del señor ken, para luego volver a la niña.

-ehh. Claro- acepte, tomando su mano.

Una vez que entramos al castillo, mis padres aparecieron desesperados.

-¡cariño! ¿¡cómo te encuentras!? ¿¡estás bien!?- me preguntó mi madre.

-hija.... nos tenías tan preocupados- soltó mi padre.

-hubieras ahorrado las molestias al señor ken, en ir a buscarte, si hubieras aceptado la propuesta del señor keir- soltó mi hermana.

-¿el señor ken fue en mi búsqueda?- pregunté.

-claro que si- afirmó mi madre -estábamos tan preocupados por ti- bajo la vista.

-¿quién es la niña?- preguntó mi padre.

Baje mi vista, hasta encontrarme con el rostro amable y feliz de la niña. Ahora que la podía visualizar mejor, es hermosa. Su cabello es de color negro y muy largo, su rostro blanco como la nieve, y poseía esos magníficos ojos azules.

Esos ojos azules, como los de ken.

Sin lugar a duda es su hija.

-nuestra sobrina- apareció el señor keir - es hija de un primo lejano, que es como un hermano para nosotros- mintió.

Observe como a la niña se le iluminaba los ojos al ver al señor keir. Su tío.

-¿llegó sola hasta aquí?- preguntó mi padre.

-así es. Ella siempre llega a caballo hasta aquí, ya que vive cerca- contestó el señor keir, tomando la mano de la niña -¿vamos?. Te llevaré a tu habitación- le dijo a la niña.

La pequeña, fijo su mirada en mi, hasta que aceptó y se fue tras su tío.

Una débil sonrisa se instaló en mis labios.

Agradecí una y otra vez,por haber estado allí. No, por el echo de que me permitió descubrir que esa niña era hija del señor ken, sino por el echo de que la haya salvado de esos dos asquerosos tipos.

-me encuentro cansada. Iré a mi habitación, con permiso- pasé al lado de mis padres.

-bonnie- me detuve - No quiero que hagas una cosa así nunca más. Podría haberte pasado algo malo- ordenó.

- se lo prometo, madre- afirme y subí las escaleras.

Entré a mi habitación, tirandome sobre mi cama.
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A la mañana siguiente, el ruido de la puerta al ser cerrada con todo, fue lo que me obligó a que despertará.

-¡debes estar contenta!- gritó mi madre.

-mmmm.....- me queje.

Quería dormir.

-¡levantate, bonnie!- me gritó otra vez.

Me cubri más con las mantas. No quería levantarme.

-nos vamos....-murmuro.

Me levanté, sentándome sobre mi cama.

MI AMADA REBELDE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora