Hearts never lie [Seungbin]

12

A la mañana siguiente me despierto con Changbin abrazado a mí y con mi mano descansando en su cuello. Él sigue completamente dormido, así que aprovecho y me tomo un par de minutos para admirar lo bonito que se ve cuando no puede atacarme, tranquilo e indefenso.

Me remuevo un poco tratando de encontrar una mejor posición, pero cuando vuelvo a mirarle, le veo observándome con los ojos entrecerrados por el sueño.

—¿Qué haces? —me pregunta.

—No me dejas levantarme, así que intento estar cómodo.

Changbin se incorpora de golpe haciendo que mi mano caiga al colchón y mi cuerpo se sienta frío sin su tacto.

—¿Por qué estoy durmiendo aquí? —pregunta, mirándome con desconfianza.

—Tú te metiste.

—Sí, claro —dice con ironía.

Los recuerdos de sus palabras sobre el escenario vuelven a mi mente. Su amabilidad solo era a causa de mi debilidad, pero ahora que estoy bien, todo parece volver a su estado natural.

—Vete, hyung, y sigue ignorándome.

Me lanza una última mirada antes de irse y cuando todo vuelve a quedarse en silencio, me pongo de pie y voy a cambiarme de ropa.

Primer día libre.

Me visto con lo más cómodo que encuentro y me marcho sin decir nada. Todos parecen seguir durmiendo, y me imagino que Changbin se habrá metido en su cama para hacer lo mismo.

Cuando llego a la empresa busco una sala vacía y me encierro en ella el resto de la mañana.

Bailo, bailo, bailo y bailo.

Hasta que alguien irrumpe a la hora de comer y apaga la música de repente.

—Deja de machacarte, Seungmin —dice Changbin.

¿Por qué tiene que aparecer por todos lados?

—¿No entiendes que esto es todo lo que puedo hacer?

—No, no lo entiendo.

Me está mirando desde el reproductor de música como si fuera un idiota.

—Ensayar es la única manera para no pensar en ti, así que si no te importa, lárgate y deja de meterte en mis malditos asuntos.

—Seungmin.

—No me importa lo que quieras decir. La puerta está justo a tu lado.

—Seungmin —repite.

Me acerco donde está y, de un golpe, hago que la música vuelva a reproducirse. Después subo el volumen hasta que su voz abandona mi cabeza.

Pero él vuelve a apagarlo cuando vuelvo al centro de la sala.

—Kim Seungmin.

Cierro los ojos y cojo todo el aire que mis pulmones son capaces de soportar. Estoy sudando y mi respiración todavía está intentando volver a la normalidad.

—Minnie —dice bajando la voz—, por favor.

Agacho la cabeza y tenso los hombros cuando él se sitúa delante y coloca las manos en ellos.

—No sabes cómo me odio cada vez que te trato mal. —Aprieto los labios al escucharle—. Necesitas a alguien que de verdad vaya a saber cuidarte y quererte como te mereces, alguien que no tenga que esconderte y con quien no tengas que disculparte por sentir. Tus sentimientos merecen ser valorados. Y yo no puedo hacer todo esto. No espero que lo entiendas, pero... No lo sé, Seungmin.

Me levanta la cabeza, aunque sigo manteniendo los ojos cerrados para no mirarle. Probablemente si lo hago me eche a llorar.

—Estoy preocupado por ti.

—No quiero que lo estés. Estoy bien.

—Vámonos a casa, ya ensayaremos el lunes.

Asiento y espero a que recoja y me llame para irnos