—Eugeo— dijo la mujer con una gentil sonrisa en sus perlosos labios —. Tu nombre es Eugeo, ¿cierto?— preguntó sin quitar esa inexpresividad en sus facciones.
El espadachín tragó grueso y pensó en lo que haría.
—Sí— respondió tratando de mostrar confianza —. Sí, ese es mi nombre.
—Bien... Dime, ¿sabes por qué estás aquí?
El muchacho volvió a tragar grueso, sabía a lo que ella se refería.
—Por matar a dos nobles de Clase 3 y 4, ¿no?
—Eso es lo que menos te debería preocupar— respondió encorvando el tronco de su cuerpo y exponiendo la parte frontal de su cuerpo, marcando todavía más sus abundantes pechos.
—¿Cómo?— preguntó confundido, ¿no era el asesinato el motivo?
—No te hagas el tonto, sé que tú y tu viejo maestro estáis resguardando a la maldita mocosa de Cardinal— sentenció transformando su expresión a una más tétrica y algo amenazante.
Esa declaración le cayó al rubio como un balde de agua fría, ¿cómo lo podía saber?. ¿Y cuándo lo descubrió?
—¿Q... Qué?. ¿C... Cómo?- apenas podía preguntar aquello por el Shock en el que se encontraba.
—Cuando estabas dormido, busqué en tu memoria para saber si era cierto o no, que mataste a dos nobles, pero quien me diría que al buscar carbón en tu mente encontraría oro— dijo con una matiz de risa, claramente burlona —. Supongo que te imaginas que por esta conspiración contra mí acabará en un montón de súplicas inútiles de los habitantes de esa villa.
—¡No lo hagas! ¡Te lo suplico! ¡No le hagas daño a los habitantes de Ruild!
—Te atreviste a venir a Mi lago, te atreviste a rechazarme A MÍ, y ahora ¿quieres que perdone este intento de conspiración?
—Lo lamento muchísimo, pero por favor no les haga daño, mateme, torturame, lo que desee- decía humillándose, incluso estaba de rodillas, rogándole.
La emperatriz lo pensó bien por unos momentos y terminó por decidirlo.
—Tal vez.... Puedas hacer algo para evitarles a esos campesinos de mala muerte una terrible desgracia— sentenció enderezando completamente su cuerpo.
Euego lo miró esperanzado y a la vez aterrador, ¿qué quería?. Su temor se hizo aún más presente en su interior cuando vio la amplia sonrisa en el rostro de ella.
—Enderezate— ordenó y su orden fue cumplida —. Podrás tocar, besar o incluso lamer lo que quieras, excepto mis labios.
Ante eso el muchacho quedó atinó y desconcertado.
—¿Está diciendo que quiere que nosotros....?— no necesita terminar para saberlo.
—Exactamente, y ahora me perteneces completamente, pues estás sometido a mi voluntad y dominio ya que soy tu dueña— dijo colocándose a escasos milímetros de él —. Y mi voluntad es que me des tanto placer que perdoné a tu insignificante villa de una desgracia.
—Como ordene.... Majestad.
«—Bien, esto será divertido—» pensó la emperatriz mientas dirigía sus manos en su soporte plata.
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—¿Qué demonios a pasado con Eugeo?— preguntó un Bercouli severamente enojado y preocupado.
—Hola, yo también me alegro de verte— dijo Cardinal, irónica.
—Cardinal dímelo— pidió sin importarle sus anteriores quejas —. Dime que no es verdad que él está preso por el asesinato de Raios y Humbert.
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𝔗𝔥𝔢 𝔦𝔠𝔢 𝔱𝔶𝔯𝔞𝔫𝔱
Mystery / ThrillerLa emperatriz Quinella, hermosa como ella sola. Desde el día de su nacimiento fue admirada por todo el mundo como una verdadera diosa, su objetivo es ser por siempre la gobernante del mundo humano, realizando múltiples experimentos al poder absoluto...