𝕼𝖚𝖎𝖓𝖊𝖑𝖑𝖆
—Dime Eugeo, ¿qué quieres hacer?— preguntó adelantando sus brazos delante de ella.
—¿Qué quiero hacer?— respondió con otra pregunta al no entender a lo qué se refería —¿A qué se refiere, Clérigo mayor?
—¿Qué es... O dónde quieres estar?— respondió con otra pregunta desapareciendo y apareciendo justo delante de él —. ¿Quieres a esos amigos tuyos y a esa prometida o a mí?
Eso no lo habría esperado nunca, ¿qué es lo que quería sacar preguntándole eso?
—¿Y bien?
Eugeo se armó de valor para responderles
—Con ellos— Eugeo se armó de valor para responderle.
Era una respuesta que ella esperaba, pues todavía no le había contado cierto secreto de ellos.
—Qué desafortunado.
—¿Desafortunado?
—Sí, muy desafortunado. En realidad siento pena de la flor muerta que eres— hablaba enigmática, ya tenía ganas de contarle y sintió que esa era la mejor forma de empezar.
—¿La flor muerta que soy?— Eugeo no sabía si lo decía por burla o por desquite por no decirla a ella.
—Exactamente, después de haberlo analizado sé que tan sediento estás— respondió extrañamente divirtiéndose en el proceso.
—¿Sediento de qué?— preguntó Eugeo empezando a extranarse demasiado.
—De amor— la última palabra la remarcó tanto como pudo con el movimiento de sus labios.
—¿De amor? Hablas, hablas como si no conociera el amor.
—Así es. Realmente eres un desafortunado niño con la mente y el corazón vacíos porque nunca ha sentido el amor total de alguien.
—Eso no es verdad, mi madre me amó— refutó apretando sus manos —cuando tenía pesadillas y lloraba, ella me abrazaba y me consolaba con canciones.
—¿Y ese amor era realmente para ti? No, eso tan solo era lo que sobraba del que les daba a tu padre y hermanos. Por no hablar de que ella te abandonaba ante los maltratos y robos que el resto de tu familia te propinaba— le recordó.
—Eso no es verdad, ella no me abandonó— trataba de refutar Eugeo.
—Y por eso los odias, por todo el daño que te hicieron, pero sobretodo porque te robaron su amor.
—Eso no es verdad, yo no los odiaba— apretó los dientes al recordar toda esa tortura diaria.
—¿Estás seguro? ¿No estás aquí porqué los mataste?
—¿Cómo?
—Te condenaron a muerte porqué asesinaste a dos nobles, pero la razón de porqué lo hiciste es porque ellos querían hacer daño a amigas tuyas, le cortaste los brazos y la cabeza porqué querían quitarte a seres que te amaban, sobretodo la diminuta mujer de cabello rojo.
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𝔗𝔥𝔢 𝔦𝔠𝔢 𝔱𝔶𝔯𝔞𝔫𝔱
Mistério / SuspenseLa emperatriz Quinella, hermosa como ella sola. Desde el día de su nacimiento fue admirada por todo el mundo como una verdadera diosa, su objetivo es ser por siempre la gobernante del mundo humano, realizando múltiples experimentos al poder absoluto...