CAPÍTULO 9

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*Capítulo 9*



— ¿Te sientes mejor?— cuestiona mirándome con sus hermosos ojos y acariciando mi rostro.

— Si— asiento— Aunque me duele un poco la cabeza, pero es normal.

— Creo que no fue buena idea eso de meterte en la ducha— dice sonriendo y eso me hace reír.

— Fue tu culpa— arrugo el entrecejo y hago un puchero— El agua estaba fría.

— Lo sé— cierro los ojos sintiendo sus labios en mi frente.

Deja un beso en mi nariz y finalmente llega a mis labios, subo mi mano a su cuello y le devuelvo el beso con ansias.

Dejo que mi lengua y la suya comiencen el baile que siempre me enloquece, me coloco recta sobre su regazo y con ayuda de sus manos, me siento a horcajadas en sus piernas. Sus manos van a mi espalda y se deslizan suavemente hasta llegar a mi trasero, aprieta este con fuerza haciendo que suelte un jadeo sobre su boca.

Cuando estoy por empezar a moverme sobre él, el timbre suena arrancándome un gruñido que hace reír al hombre debajo de mi. Dejo caer mi frente sobre su hombro y me quejo en voz alta.

— No puedo creer esto— murmuro, levantándome y con desgano yendo hacia la puerta.

Abro esta y antes de que abra la boca la imagen de mi madre me deja sin habla. Hace exactamente un mes que no hablo con ella y no sé como actuar.

— Hola, bebé— me sonríe y yo trago duro.

— Hola, mamá— susurro y frunzo el ceño— ¿Qué haces aquí?.

— Pensé que... podíamos hablar— hace una mueca y cuando estoy apunto de negarme, una gran mano se coloca en mi espalda baja.

— Amor, tengo que ir a la oficina— inclino mi rostro hacia él y este me sonríe.

— Pero... no estábamos... — señalo el sofá y luego miro a mi mamá— Este... mamá él es Logan, Logan ella es Bianca, mi madre.

— Un gusto conocerla— Logan estrecha la mano de mi madre y está le sonríe.

— Lo mismo digo— mamá me mira y yo me hago a un lado para que ella entre.

Cuando mi mamá camina hacia la sala, hago acopio de toda mi fuerza corporal y empujo a Logan fuera del departamento.

— ¿Puedes decirme que estás haciendo?— le cuestiono en un susurro con voz molesta.

— Necesitas hablar con tu madre— dice seriamente y yo niego.

— No, no necesito hablar... —no digo nada más cuando siento los labios de Logan sobre los míos, me alejo de su boca unos centímetros— No puedo... no estoy lista para lidiar con mi madre, ella...

— Debes solucionar tus problemas con ella, es tu familia, Sol— sus ojos traspasan los míos, estremeciendo mi ser.

— Te odio— le susurro cerrando los ojos y sus labios se pegan a mi mejilla.

Me amas— susurra en mi oído y sonrío.

— No voy a perdonarte esto— me alejo y lo señalo con el dedo.

— Solo entra ahí— se burla y besa mi frente— Nos vemos después.

— Adiós— lo veo desaparecer en el ascensor y me doy la vuelta para poder entrar.

Pego mi frente a la puerta y suspiro.

Es tu madre, Sol. No es la primera vez que lidias con ella. Cierto, puedo con ella.

Entro al departamento y camino hacia la sala, mi madre se encuentra sentada en el sofá y sonriendo me mira. Camino hacia ella y me siento al otro extremo del sofá, dejo caer mi cabeza en el respaldo y suspiro nuevamente.

— Lo siento, bebé— murmura— Sabes que nunca quise decir e insinuar esas cosas y de verdad lo siento...

— Ya no importa, mamá— digo y tomo su mano— Él me ama y yo lo amo, eso es lo único que me importa.

— ¿Lo amas?— pregunta incrédula.

Más de lo que debería— desvío la mirada— Pero si, lo hago.

— ¿Y él te dijo que te ama?— cuestiona mirándome fijamente.

— Si, mamá. Él fue a buscarme cuando me alejé y me confirmó que me amaba— explico— Y le creo, Logan es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo y confío en él.

— Eso es bueno— murmura asintiendo— ¿Te trata bien?.

— Si— río por su interrogatorio— Mejor de lo que me merezco.

Te mereces el cielo, Sol— afirma observándome con amor, como muy pocas veces lo ha hecho— Si eres feliz con él, no soy quien para decirte que hacer.

— Tampoco haría lo que me dijeras— me burlo y ella sonríe.

— Lo sé— ríe — Por algo eres mi hija.

— Tú lo has dicho, madre.

— Oye— me llama y giro mi rostro hacia ella— Es muy guapo.

— ¡Mamá!— exclamo riendo— Si, lo sé. Es demasiado guapo, no hace falta que lo digas.

— Que buen ojo tienes— golpea mi hombro con diversión— ¿Quién diría que con tu carácter ibas a encontrar semejante hombre?.

— Nadie— me encojo de hombros— De hecho una vez mi padre me insinuó que podía ser monja.

— Ese hombre— niega— Él siempre ha sido así, no sé cómo Angélica lo soporta.

— Es el amor de su vida, mamá— aclaro— Tu solo fuiste una noche para él.

— Tienes razón— asiente— Pero de todos modos gracias a eso tengo a mi sol personal.

— Oh por Dios— me levanto y camino hacia la cocina— Mejor cambiemos de tema, ¿Tienes hambre?.

— Si, ¿Vas a cocinar?.

— No, pediré una ensalada— digo buscando en uno de los números de domicilios.

— Nada de eso, señorita— quita el papel de mi mano — No vine para verte comer cochinadas, yo te voy a cocinar hoy.

— Si eso quieres— me encojo de hombros— Déjame decirte, madre mía; que no hay problema.

— Floja— me reprende y al mismo tiempo me empuja fuera de la cocina.

— Me hiciste así— le digo caminando hacia el sofá— No puedes quejarte.

— Eres igual a tu padre— afirma.

— Y a ti también — sonrío.

Mamá es genial. Mi madre puede ser lo que sea, pero es el amor de mi vida y eso nadie podrá cambiarlo.



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¡Otro capítulo!

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Fuego de hielo [Fríos II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora