CAPÍTULO 21

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*Capítulo 21*


Han pasado diez minutos o más, en realidad no lo sé. Observo nuevamente la entrada del bufete dónde trabaja mi padre y siento un retorcijón en el estómago.

Cálmate, Sol. Solo es tú padre.

Pero tengo miedo.

Armándome de  valor, entro al edificio y con paso firme entro al ascensor. Ahora que estoy embarazada no es recomendable subir mucho las escaleras y puesto que, mi padre trabaja en el piso quince, mucho menos.

Cierro los ojos y me aferro al tubo de metal que está pegado a la pared del ascensor, siento como sube y también siento el vacío en mi estómago.

Odio estás cosas.

El ascensor se detiene y cuando las puertas se abren, prácticamente salgo corriendo. Lleno mis pulmones de aire y camino hacia la oficina de mi padre.

—¡Sol!, ¿Cómo estás, cariño?— Greta, la secretaria de papá me sonríe.

—Excelente, tú, ¿Cómo has estado?— cuestiono, recibo su abrazo.

—Muy bien, linda. Te veo distinta… — entrecierra sus ojos marrones en mi dirección.

—Estoy embarazada— susurro y me observa sorprendida.

—¿En serio?— pregunta, asiento sonriendo— ¡Vaya, cariño!, Felicidades.

—Gracias— su cálida sonrisa me trae lindos recuerdos.

Greta ha trabajado con mi padre desde mucho antes de que yo naciera, cuando mamá me traía yo me quedaba con ella mientras papá estaba en sus reuniones. Aún y cuando Angélica podía cuidarme, yo insistía en quedarme con Greta.

—¿Vienes a verlo?— cuestiona y salgo de mis pensamientos para asentir en su dirección— Ha estado muy temperamental estás últimas semanas, pero dejaré que pases y hables con él.

—Gracias, Greta— niega.

—No hay de que, Cariño. Ve— señala la puerta y asintiendo voy hacia ella.

Me detengo frente a la gran puerta de madera oscura e inhalo con profundidad y elevo mi mano para golpear la madera con mis nudillo.

Escucho un “adelante” y titubeante, abro la puerta y entro a la oficina.

Eleva su vista de los papeles de su escritorio y sus ojos se topan con los míos, su ceño se frunce y luego de varios segundos, asiente hacia la silla que está justo frente a su escritorio.

Cierro mis manos en puños tratando de calmar el temblor de estas, camino en dirección de la silla y luego me siento.

Bajo la mirada a mis manos, siento que me observa pero no soy capaz de enfrentar su mirada.

—Es la mayor cantidad de tiempo que has estado callada en mi presencia— murmura y parece molesto. La única molesta debería ser yo.

—No sé que decir— susurro, mi vista está clavada en mis dedos, los cuáles retuerzo tratando de calmarme— Temo que si digo algo… me alejes más de lo que ya has hecho.

—Sol…

—Sé que no era un buen momento para quedar embarazada pero… así sucedió— un nudo se instala en mi garganta— Fue sorpresa para todos, en especial para mí y también me asusté. En serio que tengo miedo, yo solo… — mis ojos cristalizados no se despegan de mis piernas— Solo quise darles la noticia, solo quería que estuvieras feliz por mi.

Elevo un poco la cabeza y observo su ceño levemente fruncido.

—Pero ya ves… no todo es como queremos— mis ojos van hacia el ventanal detrás de él— Ese día que fui a tu casa, fui feliz, ¿Sabes?. Asustada pero feliz… —  sonrío sin ganas y una lágrima traicionera baja por mi mejilla— Tú solo me dijiste que… no sabía siquiera cuidar de mi… esas palabras me valen, no me importan— me encojo de hombros— Las he escuchado antes y nunca me han afectado, pero… venían de ti y me dolieron más que nada.

Trago saliva, no lo miro. Dejo mi vista fija en el gran vidrio tras él.

—Tal vez no me creas pero… esto— bajo una de mis manos a mi vientre y siento el pequeño bulto ahí. Sonrío— Es lo mejor que me ha pasado y estoy demasiado feliz— trago duro y seco mis lágrimas con el dorso de la mano— Lo que más me duele es que… en mi mente, yo ya me había hecho una imagen en dónde tú eras feliz por esto… — sus ojos azules iguales a los míos lucen arrepentidos— Pero solo quedó en eso, una imagen.

Me pongo de pie y dedicándole un sonrisa triste, me doy la vuelta y camino hacia la puerta.

—Sol, espera… — su voz hace que aleje mi mano del pomo. Me giro lentamente para encontrarlo a centímetros de mi, sus manos tiran de mis brazos y me refugia en un abrazo paternal que me desarma en cuestión de segundos— Lo siento mucho, mi solecito.

Un sollozo estrangulado se me escapa, sus brazos me aprietan más y me doy cuenta de que, esto es lo que necesitaba desde hace tanto tiempo.

—Cariño, lo lamento mucho— dice y en su tono de voz se escucha el arrepentimiento, y eso me hace sentir culpable.

—No yo… lo lamento— sorbo mi nariz y me separo él para mirarlo— No debí decir eso… yo…

—Está bien— seca mis lágrimas con sus pulgares y niega— Fui yo quien no debí decir esas cosas. Lo lamento mucho, de verdad.

Asiento, seco mis lágrimas pero estás salen sin ningún permiso.

—Nunca te había visto llorar tanto— murmura divertido ayudándome a secar la humedad de mis mejillas.

—El embarazo me tiene así— comento y él sonríe. Su mano viaja a mi vientre.

—¿Cómo estás, cariño?— me mira.

—Estoy bien— asiento y sonrío— Ya tengo doce semanas.

—Vaya… ay, mi Sol— su tono lastimero me hace negar frenéticamente.

—Ya no importa, papá— vuelvo a rodearlo con mis brazos y él me devuelve el abrazo.

—Vas a darme un nieto— susurra y besa mi coronilla.

Extrañé a papá.

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¡Nuevo capítulo!.

Emotivo y lleno de lágrimas.

¿Que les parece?.

¡Falta poco para el final!.

¡Voten y comenten mucho!

Fuego de hielo [Fríos II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora