Es mi jefe.

289 53 3
                                    

Aparece ante mí con su habitual aspecto perfecto con un traje azul marino y su expresión imperturbable y fría.
Me quedo sin aliento, con la mente en blanco y el cuerpo frío como el hielo. Pese a mi aturdimiento no puedo evitar sentir un pellizco en el estómago al mirarle. Está tan guapísimo como siempre, y yo me quedo embobada contemplándole hasta que mi jefe habla y mi cerebro recibe la orden en el acto.

-Anastasia, él es el señor Christian Grey.
Le miro rápidamente intentado que no me afecte pero es completamente imposible.
¿Grey?
¿El tío con el que me acosté ayer es mi puto jefe?
-Tráenos café y que no nos moleste nadie.
Asiento rápidamente a mi jefe saliendo de mí estado de shock y me contengo para no soltar un agónico suspiro.

-Hola, Anastasia. -Christian se acerca a mí ignorando a mi jefe y me tiende la mano. Me quedo petrificada pero consigo parecer que estoy viva.

-Señor... Grey.
Permanece impasible, como si nada.
Me maldigo una y otra vez por no preguntarle el apellido.
Madre mía.
¿Qué pensará de mí?
Su pulgar acaricia suavemente mis nudillos calentando mi sangre y por un momento mi mente es catapultada a la noche de ayer.
Es el jefe del que todos hablan estos días. Por el amor de Dios.

-Pase por aquí señor Grey -dice Jack llamando su atención, pero de los dos; solo yo me giro para mirarle y suelto rápidamente su mano y me voy de allí pitando hasta la cocina.
Hago rápidamente el café con manos temblorosas. Respiro hondo un
par de veces relajándome y concienciándome que Christian-niego con la cabeza-que el señor Grey es el primer interesado en que nadie sepa que nos acostamos juntos anoche.
Preparo el café con mi habitual eficiencia y cruzo los dedos mentalmente para que la cualidad no me abandone en cuanto cruce esa puerta y perciba su esencia perturbadora.
Abro la puerta y oigo un poco de su conversación.

-He trabajado durante tres meses en este proyecto. Esperaba esta oportunidad para poder presentárselo, señor Grey.
Una voz melosa junto con una sonrisa tremendamente ambiciosa es lo primero que veo de mi jefe y las espaldas anchas de Christian.
Suspiro agradecida de llevar zapatos planos en vez de tacones y perder mantenerme mejor mientras ando hacia la mesa de mi jefe con el corazón acelerado y dejo la bandeja a un lado de la mesa sin mirar a Christian pero sintiendo en todo momento sus ojos punzantes sobre mí.

-Soy consciente de que internet cada vez es más abierto, pero creo que los clientes se sentirían más confiados con un trato de tú a tú. -Su voz pasa sin filtro por mis oídos y mis rodillas tiemblan.
Miro a mi jefe que se queda callado y me mira durante un segundo sin saber que decirle.
Maldito incompetente, no tiene ni puta idea porque no es su proyecto. Tantos meses de trabajo tirados a la basura.

-Bueno, tendremos ambos campos abiertos. Las personas que así lo consideren pueden venir a hablar con nuestros brókers-dice Jack y veo cómo Christian niega con la cabeza.
Preparo el café de mi jefe y se lo pongo al lado.

- ¿Y cuál sería el beneficio de este proyecto para con mi empresa? La información, la actualización del sistema, incluso la comodidad que le proporciona al cliente, pero, ¿y a mí? -dice tranquilamente.
Rápidamente giro la cara para no mirarle cuando sus ojos conectan con los míos.
Mi jefe en cambio está tenso y sigue sin saber qué decirle.
¿Por qué no se ha leído mis informes?
- ¿Qué opinas Lana? ¿Estás de acuerdo?-me pregunta Christian. Le miro, pero intento no vacilar.
Sus ojos grises me miran fijamente y con una tremenda elegancia desenlaza las manos de su regazo para servirse café.

-Internet es una vía que ha expandido su uso rápidamente en estos últimos años. Muchas de las más importantes industrias están siendo transformadas o redefinidas por internet y sus resultados son inmejorables. -Evito pensar en lo guapo que está y las ganas que tengo de besarle y me centro en ser lo más profesional posible-. Ofrecería una gran gama de funcionalidades para no tener que acudir al la sucursal. Consultar fondo global, movimientos, información sobre nuevas starpud, incluso invertir en ellas. Es rápido, efectivo, se generaría menos papel, menos consumo eléctrico, menos gastos de material de oficina, e incluso permitiría reducir considerablemente el personal. -Me quedo de pie, ambos mirándonos fijamente, yo titubeante después de haber recitado mi proyecto y él, analizándome con esa mirada fría que no deja ver nada.

-Quiero saber más -dice de pronto y se pone de pie y mi jefe le sigue-. Hazme una presentación y si me convences del todo haremos una simulación -me dice y da un paso para ponerse a mi lado y yo me tenso inmediatamente.

-Lo tendrá mañana mismo, señor -dice mi jefe interponiéndose entre el todopoderoso jefe y yo.
Siento su mirada incluso a través del cuerpo de mi jefe.

-Quiero que lo presente Anastasia -dice con esa voz que no deja lugar a cualquier negación-. ¿Crees que puedas tenerlo para mañana? -dice haciendo aún lado a mi jefe y volviendo a entrar en mi campo de visión.

-Sin problema -confirmo y me regala una impresionante sonrisa.
Miro a un lado huyendo de él.

-A las nueve en mi oficina -me dice extendiéndome su mano. Le estrecho la mía reticente y cuando rozo su piel mi corazón brinca frenético-. Ha sido un placer. -Nos dice a ambos y roza suavemente mis nudillos con su pulgar antes de soltarme. Su falta de contacto deja una sensación de abandono en todo mi cuerpo y me recuerdo que lo que haya tenido con este guapísimo y sexy hombre no puede volver a ocurrir.
Suspiro mientras veo a ambos salir por la puerta.
Recojo la bandeja con el café y me dispongo a salir cuando mi jefe vuelve como una tromba a su oficina y me fulmina con la mirada.

- ¡Eres una descarada! -golpea la bandeja que tengo en mis manos haciendo un estruendoso ruido metálico por el golpe y las tazas se rompen en mil pedazos al caer al suelo.
Me llevo las manos a la boca soltando un jadeo.
Su mirada encolerizada me atraviesa y me sostiene con fuerza los brazos zarandeándome y apretándome con fuerza.
-Has pasado por encima de mí. Te has vendido como una puta para él, seguramente te lo folles mañana en su despacho -dice con asco-. Y pensar que tu actitud inocente y puritana pudo engañarme por un momento -dice con sorna-. Eres una zorra como todas.

-No he pasado por encima de ti. Solo he respondido a su pregunta. No sé por qué di... -Me encojo en el sitio cuando levanta la mano y espero el golpe. El miedo recorre mi cuerpo al verme transportada al pasado. Un pasado turbio y oscuro que no quiero recordar jamás.

- ¡Cállate! -La rabia que oigo en su voz me pone los pelos de punta-. Mañana no vendrás a trabajar. Dirás que estás enferma y yo me encargaré de hacerle la presentación. Como se te ocurra decir una sola palabra... -Entrecierra los ojos con rabia y se yergue sobre mí haciéndome retroceder.

-N...No diré nada, lo juro -prometo con la voz temblorosa y él me suelta de golpe de un empujón. Trastabillando me agarro a su mesa. Rápidamente hago un análisis de mi vía de escape pero es imposible con él casi encima de mí.

-Así me gusta -dice más relajado pero con una voz baja y amenazante-. Puede que tengas un buen culo, pero no dudaré en destruirte sin miramientos si vuelves a joderme.
Asiento rápidamente y cuando se hace a un lado salgo pitando de allí.
Me apoyo en mi mesa respirando hondo una y otra vez hasta que rompo a llorar.

-Ana -susurra Lise y me abraza-. ¿Qué ha pasado?
Niego.

-Vete, Hanna. Por favor. No quiero que lo pague contigo.
Hago una mueca de dolor cuando me acaricia los brazos.

- ¿Te ha hecho daño? -Respiro hondo
-. Hijo de puta -dice mirando hacia su puerta.

-Vete. Estoy bien -le pido y ella asiente y sin decir nada más se va.
Suspiro y tras respirar hondo varías veces me voy al baño, me lavo la cara y me maquillo de nuevo.
Maldito desgraciado. No podré presentar mi trabajo y él se llevará mi mérito una vez más.
Soy una tonta.

Cisne blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora