Encantadora familia.

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Abro los ojos a una clara mañana de frío otoñal. Pero aquí, en la cama con Christian, se está bien calentito mientras el calor de las ultimas brasas de la hoguera mantiene la habitación a temperatura y los brazos de mi ruso protector me rodean aislándome del mundo tan peligroso del que quiere mantenerme distanciada, menos aquí. Aquí tras estas puertas es mío sin restricciones ni miedos.
Aquí me hace el amor lentamente hasta la madrugada, me arropa y acaricia hasta que me duermo. Aquí es un hombre que se desvive por mí.
Me inclino y le beso la mejilla, y la nariz y los ojos. Y los labios.
Sus brazos me rodean con más firmeza el cuello y la cintura y profundiza el beso con pasión y veneración.
Tira de mis caderas haciéndome girar y me sube a horcajadas encima de él. El brillo de sus ojos revela muchos sentimientos de deseo que destellan en los míos mientras me sube el camisón verde menta de encaje por el cuerpo y me lo quita dejándome desnuda.
Me mira maravillado y pasa la mano por mi pecho acariciando con su dedo mi pezón.
Me inclino y le lleno de besos el cuello, el torso, paso la lengua entre sus pectorales de acero y me incorporo restregándome con su dura y siempre dispuesta erección.
Un agónico suspiro se escapa de sus labios y de pronto se incorpora abrazándome como firmeza. Le rodeo el cuello con mi brazo y me alzo encajándome su erección. Sus manos me sostienen con fuerza la cintura.

-Despacio... -sisea pero yo me dejo caer con fuerza sobre él arrancándole un gemido que le hace cerrar los ojos con fuerza y echar la cabeza hacia atrás-. Jodeeer -susurra.
Me llena por completo, me siento plena, su mirada incontrolablemente deseosa por mí me hace sentir sexy, poderosa, y así se lo demuestro. Mostrándome desinhibida, confiada y dispuesta a darle todo.

Entro en la cocina solamente con el albornoz puesto después de darme con Christian una placentera ducha y Susana me vuelve la cara.

-Buenos días, Susana -digo amable pero con una radiante y pletórica sonrisa en la cara y ella suelta un gruñido.
Saco del armario dos tazas y las sirvo con café. Sólo doble para mi ruso insaciable y con mucha leche para mí.

-El café del señor ya está preparado -dice de muy mala manera y vuelve a decir algo en ruso.
La ignoro y cojo ambas tazas que he preparado y salgo de la habitación sin contestarle.
Doy un sorbo a mi café y entro en el baño donde Iván está peinándose. Frunce ligeramente el ceño mientras se acomoda los mechones rubios a un lado. Dejo su taza de café en el mármol del lavamanos y me mira con una amplia sonrisa.

-Gracias, pajarillo. -Asiento y me dejo caer en los azulejos de la pared mirándole.
-¿Estas preparada para viajar a España? -pregunta mirándose el pelo en el espejo mientras se lava las manos.

-Tengo mucho trabajo, en otra ocasión.
Me mira frunciendo el ceño.

-Nena, no hay otra opción. Vendrás a Madrid porque ni muerto te dejo sola aquí -gruñe las palabras mientras se seca con brusquedad las mano y coge su taza de café-. Y no me mires así -dice por encima del borde y bebe.

-No estaré sola. Luke es mi sombra. No me separaré de él.
Frunce aún más el ceño enfadado.

-No te separarás de mi, Ana. He dicho que te vienes conmigo. Y es mi última palabra.
Sonrío con ternura haciéndole perder el hilo un segundo.

-Cariño, mi trabajo es importante para mí. Necesito estar presente.
Suspira bajando la mirada y clavándola en mi vientre. Este bebé es lo más importante para él-. No le pasará nada -le digo y él me mira a los ojos con mucha frialdad.

-No pienso arriesgarme. Y más bien, vete acostumbrando. Viajo mucho y vendrás conmigo siempre.

-En algún momento de este embarazo no podré viajar, Christian. No puedes tenerme siempre bajo tu sombra.
Gruñe levantando la mirada al cielo.

Cisne blancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora