Parte 3

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Ese viernes, me evitó el día entero. No me saludó ni tampoco salió a almorzar. Supuse que estaría de mal humor o algo por el estilo así que preferí no molestarlo ni decirle nada. Esa tarde, a la salida, emprendí camino hacia mi casa sin esperarlo pues daba por sentado que tampoco me acompañaría. Pero cuando llevaba caminada una cuadra y media, unos pasos se acercaron a mí corriendo. "¡Espérame Rodrick!" dijo entonces, tratando de recuperar el aliento. Me quedé en silencio esperando que dijera algo más, una respuesta de por qué actuaba tan extraño al menos, pero solo comenzó a andar, arrastrando la mochila como de costumbre. Caminaba lento, ensimismado. No sabía si preguntarle qué le pasaba o solo caminar a su lado. Pero cuando me dispuse a soltar mis dudas, el frenó de golpe y volteó diciendo "Me gustas Rodrick. Y no de la forma que debiera. Me gustas de verdad."- Miré al muchacho detenidamente pues él estaba aquí pero su mente no, totalmente aislado de la realidad. Y como perdido entre sus recuerdos, continuó diciendo:- Yo, un hombre, le gustaba a Bastian. Es decir, Bastian era gay. Era... Era homosexual, una palabra que no cabía en mi diccionario. Me quedé atónito y sin saber qué decir. Lo único que hice fue retomar la marcha sin voltear a verlo. Y entonces lanzó su mochila, me agarró de ambos brazos y contra la pared, me besó. Saqué las manos de los bolsillos y con todas mis fuerzas, lo golpeé"¿¡Qué carajo estás haciendo!?" le grité "¡Esto está mal! ¡TÚ estás mal!" vociferé iracundo. Bastian se tomaba la quijada mas se acercó nuevamente y repitiendo la maniobra, me volvió a besar. Sentía como un fuego dentro de mí, lleno de furia y de... De sentimientos contradictorios... No sé en qué momento me rendí, cansado de luchar vanamente por quitármelo de encima, pero de un segundo a otro, una extraña sensación comenzó a abrirse en mi pecho. Su corazón estrujaba el mio, cada uno latiendo más fuerte que el otro. Sus manos me soltaron lentamente en cuanto se dio cuenta que ya no me quedaban fuerzas y que mis piernas no paraban de temblar, que lo único que me mantenía de pie era su cuerpo haciendo presión sobre el mío. Y de repente, nos encontramos besándonos con frenesí.- El muchacho se quedó suspirando en silencio con una sonrisa en el rostro para luego continuar.- Los minutos restantes se tornaron incómodos, ninguno hablaba ni tampoco nos mirábamos. Él había tomado su mochila del suelo y yo volví a esconder los puños en los bolsillos del pantalón. La cara me hervía de vergüenza y se, aunque no lo vi, que la suya también. En cuanto llegamos a casa, abrí el portón rápidamente y me despedí sin mirarlo. 

BROKEN SOUL ©Where stories live. Discover now