Me acomodé cerca de un poste que daba diagonalmente a la puerta de entrada al recinto y estudié detenidamente el lugar. Desde el paredón hacia atrás, un alambrado de al menos 3 metros rodeaba la manzana encerrando a la escuela en un bloque de concreto. A la derecha, se encontraba el estacionamiento. Hacia la izquierda se podía ver una gran cancha de Básquet y más al fondo, las mesas donde, según Rodrick, almorzaba con Bastian todos los días. Faltaban solo 10 minutos para que terminaran las clases esperando con ansias verlo salir pero aun no sabía qué iba a decirle. A decir verdad siquiera sabía qué hacia allí, esperándolo. Miré mi reloj, 5 minutos. Quizá lo llevara a comer como aquella vez, al café. O quizá fuera mejor ir al parque pues a ambos nos sentaría bien un poco de aire fresco. Hablar de cosas que le hicieran bien, proyectos, hacerle entender cuan prometedor podría ser su futuro si se lo propone.
O en el peor de los casos, ingresarlo a un centro de salud mental de forma involuntaria si la situación lo requería. Y lo estaba requiriendo. De hecho, ya había hablado con el director de la unidad en la que solía tratar a pacientes hospitalizados. Y tenía un lugar reservado para uno más.
El timbre de salida de la escuela sonó fuertemente a las 18hs en punto. Un enorme grupo de jóvenes salió casi de forma inmediata haciendo tanto alboroto como la campana misma. Observé rostro por rostro mas Rodrick no apareció. Me acerqué hasta pararme justo frente a la puerta del establecimiento teniendo visión directa hacia adentro, pero nada. No había rastros de él. El grupo de adolescentes comenzaba a dispersarse dando paso a la salida de docentes y directivos de la escuela quienes se dirigían al estacionamiento hacia sus respectivos autos. Pero Rodrick seguía sin aparecer. Me quedé mirando hacia adentro hasta que la última persona salió. Creí que lo mejor sería esperar unos cuantos minutos más pero los nervios comenzaron a nacer en mi pecho y producto de la ansiedad, me adentré en la institución. Me dirigí hacia la dirección pasando por la cocina, patio y hasta baños pero el lugar estaba desierto. Solo el conserje caminaba por los pasillos barriendo y limpiando lo que los alumnos habían dejado al salir. Recorrí un par de aulas, todas vacías. ¿Que acaso no había nadie en la escuela?
-Disculpe ¿Puedo ayudarlo en algo?- Preguntó una voz grave sobre mi hombro. Me di vuelta y encontré con un hombre algo desaliñado y con barba de varios días. Llevaba una camisa holgada, corbata y un maletín.
-Si...- Busqué las palabras en mi cabeza.- Rodrick Dawson, ¿Lo conoce? Soy un amigo de la familia.
-Ah, Dawson.- Repitió.- Si, yo soy su profesor de historia, mucho gusto.- Extendió su mano y lo saludé con un apretón cordial.
-¿Cómo está él?- Pregunté intentando ocultar mi nerviosismo. El hombre me miró confundido.
-Esperaba que usted me lo dijera.
-Perdón, creo no estar entendiendo a qué se refiere.
-El muchacho no ha venido a clase en tres días. El consejero escolar ha llamado reiteradas veces a su teléfono pero nadie responde. ¿Acaso los Dawson se han ido de viaje?- Sus palabras resonaron titubeantes en mi. Hacía tres días que no sabían nada de él...Hacía tres días que me había dicho que planeaba quitarse la vida. En ese momento, sentí mi cuerpo desfallecer.
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BROKEN SOUL ©
Teen FictionEl doctor Benson es un reconocido psiquiatra a quien, uno de sus pacientes, le confiesa que planea quitarse la vida. Desesperado y habiendo sido testigo, anteriormente, del suicidio de una joven esquizofrénica, comienza a movilizarse para evitar que...