Allí estaba yo. Sentado. Meditando y meditando en las afueras de una casa ajena. Contemplando el cielo infinito... de seguro que te estarás preguntando: ¿Pero cómo que casa ajena? Pues... te lo explicaré querido amigo.
Todo sucedió un sábado por la noche. Hace no más un par de días.
Resulta que salí de mi casa como a las 8 PM, algo apurado ya que ya se hacía tarde para llegar a mi grupo familiar (o básicamente una reunión entre hermanos cristianos que viven relativamente cerca).
Llegué, saludé cordialmente con la mano a los hermanos. Todo era normal por aquel entonces... ya sabes, el saludo, el beso en la mejilla (en caso del saludo a las damas).
Lo típico.
Mas en ese momento ni siquiera pasaba por mi mente la sola idea de que estas conductas más adelante iban a convertirse en inapropiadas o inclusive poco higiénicas.
Pero allí yacía yo... sentado en las afueras de la casa del anfitrión del grupo (así se le denomina al hermano que amablemente presta su casa como lugar de congregación). El culto ya había terminado, y después de despedirme de cada uno, decidí sentarme en una banquita de madera que encontré afuera del lugar.
Y allí estaba yo... mirando fijamente el inmenso espectáculo lunar, cuyos horizontes concebían figuras celestiales indescriptibles. Imaginaba cómo sería vivir allí, en aquel lugar santísimo. Sí, en el mismísimo cielo, donde Dios está.
En esas estaba, cuando de pronto mi líder me llamó a conversar con él un rato. Yo obviamente accedí. Tras una amena charla y unos realmente valiosos consejos, me encaminé hacia mi hogar.
Aquella noche era fría y obscura (como casi todas las noches), pero hasta ese entonces no había sucedido nada fuera de lo normal... lo único que sí era poco usual era el continuo (y algo tedioso) bombardeo de información acerca del nuevo Corona virus... el covid-19... O sea, sí... estaba bien que nos informaran acerca de todo aquello (que era sumamente importante), pero no era admisible que EN PRÁCTICAMENTE TODOS LOS CANALES DE TV TRATEN DE LO MISMO.
Desde ya, pudo percibir cómo los medios de comunicación estaban fomentando el terror social, lo cual no era políticamente correcto.
Así, llegamos a domingo. Y como todo buen jovencito creyente anhelaba fervientemente poder llegar a la casa de mi Padre (la Iglesia) para poder alabarle y exaltarle. Pero... en aquel domingo 15 de marzo, las cosas ya se estaban comenzando a poner un poco, digamos, feas.
El presidente había declarado que estaba terminantemente prohibido las reuniones con más de 300 personas y, pues, en mi Iglesia sobrepasábamos dicha cantidad con creces. En medio de aquella incertidumbre, era casi inevitable el desconcierto de la Iglesia. Nadie podía asegurar a ciencia cierta si habría o no habría culto aquel día.
Yo por mi parte (así como muchos otros hermanos) decidí prudentemente, a mi parecer, no asistir en aquella oportunidad, ya que me estaría exponiendo a un riesgo de contagio, tanto en el carro como en la misma Iglesia. Sin embargo, este sentir mío no fue compartido por muchos otros hermanos, quienes decidieron asistir al culto de todas maneras.
Y así, me encontraba en casa. El reloj daba las 7 PM, hora en la que empezaba el culto juvenil (que es al que yo asistía). Admito que me encontraba algo inestable emocionalmente. Es que... por un lado, estaba triste por que no había ido a la Iglesia, y por otro, me sentía muy responsable ya que había tomado una sabia decisión dadas las circunstancias actuales.
En esas estaba, cuando, de pronto, se me ocurrió agarrar el control del televisor de mi sala y ni bien lo prendí me quedé atónito.
Se había decretado el aislamiento social obligatorio en nuestro país por un período de 15 días.
Nadie estaba seguro de lo que pasaría más adelante. Era un hecho insólito. Un suceso nunca antes visto (al menos por mi generación). Solo quedaba esperar, y encomendarnos a nuestro creador supremo, porque esta PANDEMIA ya se había escapado de nuestras manos.
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Un adolescente en cuarentena (COMPLETA)
Novela Juvenil¿Te imaginas haber acabado la escuela recién, y estar planeando tu ingreso a la Universidad... y ¡PLUM! Crisis mundial...? Pues eso me pasó a mí... No te daré una descripción de lo que está pasando actualmente con respecto al corona virus, puesto q...