El viaje de mi Tata Pedrito... (Día #44)

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Tras mucho tiempo sin escribir he vuelto.
De seguro, querido lector, te estarás preguntando:

¿Pero que rayos pasó en estas 2 semanas (y pico) que no escribiste?

Pues... muchas cosas, diría yo.

Para empezar, el viaje de mi Tata. Sí, como lo acabas de oír (o leer), mi Tata Pedrito se mudó a la casa de su padre..
En la casa de su padre muchas moradas hay, y de seguro podrá descansar parsimoniosamente en los valles verdosos que allí hay, en los cuales hay delicados y hermosos pastos verdes...
Allí hay todo tipo de comodidades, no hay dolor ni tristeza, y, a la verdad, él estará mejor allá que con nosotros.

Si entendiste el sentido metafórico de lo anterior, podrás entender el porqué de nuestra tristeza y duelo durante más de dos semanas. Nos apena mucho a la verdad que nuestro Tata no haya podido pasar esta pandemia con nosotros, pero... nos consuela el saber que estará mucho mejor en la casa de su Padre.

Tengo que admitir que me costó mucho superar su partida, el solo hecho de pensar que ya no está conmigo me pone súper triste.
Pero, a la vez, me anima a seguir luchando durante toda mi vida (tengo 17 años, casi 18) para llegar a donde él también está.

Será una de mis grandes metas llegar también a dónde está mi queridisimo tatita Pedrito. De seguro está gozandose en la casa de su Padre.

Mi mamita (esposa de mi Tata), que también partió a la casa del Padre hace ya dos años atrás, de seguro que también está mejor que nunca.

Ambos me cuidaron y a la verdad los sentí como padres para mí.

Pero bueno... me consuela el saber lo que dice el Salmo 27.

"Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo Jehová me recogerá."

Ahora estoy bajo la tutela de mis tíos ( por lo menos hasta que alcance la mayoría de edad), y aunque me hayan intentado mostrar su afecto como padres, a la verdad nunca será igual.

Mi tatita, aún estando enfermito, se preocupaba por mí, y aunque no podía ayudarme en mis cosas (más bien, yo le ayudaba), el solo hecho que se preocupe por mí, más que por sí mismo, era muy valioso para mí.

Pero bueno... basta de tristezas, que no estoy solo, y nunca lo estaré, puesto que he recibido muchos saludos de mis líderes, amigos y hermanos de mi Iglesia, con los cuales estoy profundamente agradecido.

Aunque sucumba muchas veces, mi buen Dios no permitirá que pase una prueba que, como humano, no pueda soportar...

Solo queda confiar en su poder y su soberanía, y confiar que Él tiene planes de bien (y no de mal) para mí, su hijo.

Un adolescente en cuarentena (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora