En la humedad de la selva oscura de un mundo parecido al nuestro, pero donde la magia y la ciencia se mezclan, y lo imposible se convierte en posible, se escuchan historias que hablan acerca de un grupo de guerreros que liberó a los pueblos del Mayab del control y la tiranía del malvado Chivo Brujo. Este personaje, mitad chivo y mitad hombre, solía gobernar aquel territorio. Su aspecto, como podrán imaginarse, era aterrador: enormes ojos rojos llenos de maldad, en vez de pies tenía pezuñas, a sus espaldas colgaba una desagradable cola y sobre sus hombros se alzaba una horrenda cabeza de chivo con un mechón de pelos largos sobre la barba, enormes cuernos y dientes filosos; y por si esto fuera poco, de él se desprendía un repugnante olor que era muy difícil de soportar.
Pero no era su espantosa imagen la razón por la cual todo el territorio estaba sometido a él, sino su gran poder y dominio de las artes oscuras. Haciendo muestra de una amplia gama de hechizos y conjuros malignos, iba de pueblo en pueblo infundiendo el terror; obligaba a los habitantes a entregarle una gran suma de dinero a cambio de no emplear sus poderes contra ellos y, además, tomaba a cuántas doncellas quisiera, con el único fin de utilizarlas para aplacar sus deseos. Lo peor de todo es que nadie podía oponerse, ya que, si algún poblador se atrevía hacerlo, el infame ente mandaba a incendiar la aldea y acababa con la vida de todos.
Durante muchos años la situación permaneció de esta manera y las personas se acostumbraron a vivir con miedo. Habían perdido toda esperanza de que las cosas fueran a cambiar, así que simplemente aprendieron a aceptar su triste realidad. Los hombres y las mujeres salían a trabajar con temor e incertidumbre todos los días, esforzándose al máximo por mantener a sus familias, pero sabiendo que una parte de lo que ganaran no sería para ellos. Los niños y jóvenes continuaron soñando y preparándose, pero siempre bajo el abrigo de un panorama completamente desalentador. Hasta que un día, un grupo de jóvenes valientes provenientes de diferentes lugares de la región surgió de entre las sombras para hacer lo que todos creían imposible: poner fin al reinado del perverso Chivo Brujo. Esta es su historia:
Era una mañana calurosa. Issi se encontraba durmiendo una siesta arriba de un árbol cuando los gritos de una voz familiar lo despertaron.
–¡Issi, Issi! ¡Ayúdame! ¡Tienes que ayudarme! –decía con desesperación una bella joven de rostro encantador y mirada penetrante.
–¿Qué pasa, Pleyadiana? ¿Qué ocurre? –preguntó Issi, despertando abruptamente.
–¡Es mi hermana! ¡Se la llevaron! –respondió la Chica Pleyadiana, bastante alterada.
–¿A Galaxia? ¿Quién se la llevó? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? –quiso saber Issi–. Bueno, espera bajo y me explicas bien. –Dio un salto desde donde estaba y aterrizó sin problemas flexionando las rodillas, se incorporó rápidamente y ajustó sus gafas de sol circulares, las cuales llevaba consigo en todo momento.
–¡El Chivo Brujo se la llevó! –exclamó Pleyadiana–. Estábamos las dos en el campo recolectando flores cuando apareció esa bestia con sus hombres y les ordenó que la subieran a su carruaje. Quería detenerlos, pero tú sabes que si hubiera intentado hacer algo...
–Las cosas iban a ser peores –terminó de decir Issi–. Lo sé. ¡Ya estoy harto de que ese maldito monstruo arruine nuestras vidas! –soltó con furia, a la vez que golpeaba con fuerza el tronco del árbol del que se acababa de bajar–. Esto no puede seguir así.
–¿Y ahora qué haremos? –preguntó ella.
–No te preocupes –dijo él. Se acercó a Pleyadiana, colocó sus dos manos sobre los hombros de ella y pronunció lo siguiente–: Te prometo que encontraré la forma de traerla de vuelta.
–¿En serio lo harás? Nadie jamás se ha atrevido a hacerle frente a esa criatura.
–Tú sabes bien que, por Galaxia, haría lo que fuera. –Issi bajó sus manos y, dando un paso atrás, añadió–: No sé exactamente cómo voy a hacer para liberarla, pero te aseguro que no voy a rendirme hasta lograrlo.
–¡Oh, gracias, Issi! –profirió Pleyadiana con alegría–. Sabía que podía contar contigo, pero... –Se dio la vuelta, bajó la mirada y soltó un profundo suspiro–. ¿Cómo la encontrarás? Nadie sabe dónde habita ese monstruo. Solamente pude ver que se dirigía hacia el norte.
–Esa información es más que suficiente –aseguró él–. Saldré en esa dirección y, sea que logre alcanzarlos o no, estoy seguro que hallaré a alguien que pueda indicarme el camino.
–¡Ten mucho cuidado! –le suplicó ella, volviendo la mirada–. Que egoísta soy al poner tu vida en riesgo.
–No digas eso –le pidió él–; por mis amigos, daría la vida sin pensarlo.
–Qué lindo eres –aseguró ella con una sonrisa en el rostro–. Cuánto desearía que las cosas entre mi hermana y tú hubieran funcionado.
–Yo también –reconoció lssi–, pero mejor no hablemos del pasado y concentrémonos en el presente, porque presiento que el viaje que estoy a punto de iniciar será largo.
–Tienes razón; no te entretendré más –dijo Pleyadiana y se acercó a él para darle un fuerte abrazo de despedida–. Te agradezco infinitamente por todo y te deseo la mejor de las suertes. Que el universo obre a tu favor.
–Así será –asintió Issiy, sin decir más, se apresuró a llegar a su casa para tomar las provisionesnecesarias para su viaje y emprender la búsqueda de su Amiga Galaxia.
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Los Guerreros del Circo Rodante
Phiêu lưuHistoria basada en las canciones e integrantes de la banda campechana Roll Circus, la cual nos relata las aventuras de un grupo de jóvenes del Mayab que se unen para derrocar el oscuro reinado del Chivo Brujo y salvar a la Amiga Galaxia.