Varias horas habían pasado desde que Issi salió de su hogar. Se dirigió hacia el norte, tal como la Chica Pleyadiana le había indicado, pero en su camino no encontró más que a un campesino que no supo darle indicaciones. Siguió avanzando por largo rato hasta que llegó a una carretera que se extendía hacia el oeste. Sin tener otra opción, se decidió a transitar por ella pensando en que probablemente el Chivo Brujo y sus hombres se habrían ido por ahí. Caminó un kilómetro, dos kilómetros, tres kilómetros, cuatro, cinco, seis... y muchos kilómetros más, sin que nadie apareciera; y continuó hasta llegar al Kilómetro Mil 8000, donde finalmente se detuvo a descansar.
El calor era intenso; todo a su alrededor eran campos secos. No había señales de vida ni se escuchaba ruido de animales. Aún le quedaba suficiente agua para seguir andando, pero se sentía sumamente agotado. Sin embargo, sabía que no podía rendirse; tenía un objetivo en mente y nada iba a hacerle retroceder. Fue entonces que se le ocurrió hacer algo para animarse un poco: ponerse a cantar. Y luego de pensar un poco en la letra, empezó:
Carretera que lleva a ningún lugar,
mil kilómetros faltan para llegar.
Y llegaré...
Y llegaré más allá.
Tengo el cuerpo entumido,
no puedo más.
Voy a sacar mis alas para volar...
Así, con el ánimo renovado y un nuevo ritmo en sus caderas, prosiguió su camino. Sin embargo, no había avanzado mucho cuando, de repente, escuchó los gritos de una persona.
–¡Auxilio! ¡Que alguien me ayude! ¡Por favor!
Issi se acercó rápidamente al sitio del que provenía aquella voz, alejándose así de la carretera. Al llegar, se encontró a un hombre que luchaba desesperadamente por salir de lo que parecía ser un enorme charco de agua. Sin entender exactamente qué es lo que estaba pasando, buscó a su alrededor algo que pudiera ayudarle a sacar a esa persona de donde estaba. Afortunadamente, a unos pocos metros, encontró una rama seca lo suficientemente grande para servir a este propósito. La extendió sin demora hacia las manos de aquel sujeto, quien la tomó con fuerza y se dejó arrastrar por Issi hacia la orilla.
–¡Oh, muchas gracias! Le agradezco infinitamente por su ayuda –dijo el desconocido mientras intentaba incorporarse–. Creí que era mi fin. Para serle honesto, no pensé que alguien fuera a escucharme. Aquella carretera no es muy transitada que digamos.
–Sí, ya me di cuenta de eso –reconoció Issi–. Pero dime, ¿estás bien? ¿Qué te pasó?
–Pues nada, mi amigo, solo que cometí la imprudencia de acercarme demasiado a ese estúpido charco.
–¿Acaso está muy hondo? Es cierto que se ve grande, pero los charcos de agua no suelen ser muy profundos.
–Y es precisamente ahí donde está el peligro –aseguró el desconocido–: en creer que es un inofensivo charco de agua. Pero no lo es.
–¿No? ¿Y entonces qué es? –preguntó Issi, bastante extrañado.
–Acércate con sumo cuidado y lo verás.
Issi se inclinó sobre aquel charco y observó algo sumamente maravilloso: millones de pequeñas partículas luminosas se extendían a lo largo de la superficie de aquel charco, como si de una noche estrellada se tratara.
–Es un charco de Polvo de Estrellas –le indicó el desconocido–. Son hermosos, pero peligrosos. Algunas personas incluso los llaman "cementerios de tristezas". Una vez que caes en ellos, eres succionado hacia el fondo, donde permanecerás flotando por el resto de tu vida, sin que nadie sepa siquiera que estás ahí.
–¡Increíble! Verdaderamente ha sido una suerte que haya pasado por aquí. Pero ¿cómo fue que caíste en él?
–Me pasó lo mismo que a ti, lo confundí con un charco de agua, y como tenía harta sed, me acerqué para beber de él y resbalé.
–Qué gacho. Lo bueno que no pasó a más.
–Así es, hermano. Por cierto, mi nombre es Vito –y, extendiendo la mano, preguntó–: ¿Y tú eres...?
–Me llamo Issi –respondió, estrechando la mano de quien ya no era más un desconocido–. Mucho gusto.
–El gusto es mío. Ahora, cuéntame. ¿Qué te trae por estos rumbos?
–Ando persiguiendo al Chivo Brujo y a sus hombres. Secuestraron a una amiga mía y estoy en una misión para liberarla.
–¡Orales! –exclamó Vito–. Eso sí es intenso. Aunque te diré que en todo el tiempo que anduve caminando, no vi pasar a nadie.
–Temía que dijeras eso. Quiere decir que voy por el camino equivocado.
–Yo no estaría tan seguro, mi amigo. Que no hayas encontrado aún a quienes buscas no quiere decir que tu camino sea errado. En ocasiones, el camino hacia nuestro destino nos lleva por senderos que parecen alejarnos de la meta pero por los cuales es necesario pasar.
–¡Orales! –exclamó Issi–. Eso sí es profundo. Gracias por esas palabras. En verdad las necesitaba.
–Cuando quieras, hermano. Aunque pienso hacer más que darte unas simples palabras de ánimo.
–¿A qué te refieres? –quiso saber Issi.
–¡Voy a ayudarte a rescatar a tu amiga! –aseguró Vito con entusiasmo.
–¿Lo dices en serio? Pero, ¿por qué harías eso?
–¿Cómo que por qué? –dijo Vito en tono de reprimenda, al tiempo que trataba de quitarse algo de Polvo de Estrellas de la ropa–. ¿Acaso es poco el que me hayas salvado la vida?
–Me refiero a que seguramente tienes ocupaciones y cosas qué hacer –explicó Issi.
–A decir verdad, lo que planeaba hacer no es tan importante –afirmó Vito–. Me dirigía a visitar a cierta persona para dejarle en claro unas cuantas cosas, pero eso puedo hacerlo en otra ocasión.
–¿Estás seguro? –le cuestionó Issi.
–Bastante seguro –Vito se quedó pensando–. Te voy a contar para que me entiendas.
–Adelante. Te escucho –dijo Issi amablemente.
–Estaba saliendo con esta chica. Realmente es muy sexy. Creí que teníamos algo especial pero... –La voz de Vito se tornó áspera y cargada de enojo–. Resultó que no era el único hombre en su vida.
–Vaya. Lo lamento mucho, hermano.
–Ya no importa. Solo quería ir y decirle cara a cara que lo nuestro se acabó, que descubrí todas sus mentiras, puras porquerías...–Guardó silencio por un instante y luego agregó–: Pero pensándolo bien, no tiene caso. Ya no la quiero ver más. Prefiero acompañarte en tu misión.
–Bueno, está bien –accedió Issi–. Aunque, para ser sincero, en este momento no tengo ni la menor idea de hacia dónde ir. ¿El pueblo de esa Chica Sexy está cerca de aquí?
–Más o menos. A unos cuantos kilómetros más adelante –respondió Vito.
–Pues parece que tendremos que ir allí y preguntar si alguien sabe algo del Chivo Brujo.
–Claro, por mí no hay problema. Vayamos y veamos qué sucede.
–¡Esa es la actitud! –soltó Issi con emoción–. Te aseguro que este viaje estará lleno de sorpresas.
–Eso espero –asintió Vito con una sonrisa.
Ambos regresaron a la carretera y emprendieron rumbo hacia el pueblo de Chica Sexy, dejando un rastro de Polvo de Estrellas por todo el camino, cortesía de Vito. Ahora Issi no estaba solo, tenía un aliado, quien sería de gran ayuda para encontrar y liberar a Galaxia.
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Los Guerreros del Circo Rodante
PertualanganHistoria basada en las canciones e integrantes de la banda campechana Roll Circus, la cual nos relata las aventuras de un grupo de jóvenes del Mayab que se unen para derrocar el oscuro reinado del Chivo Brujo y salvar a la Amiga Galaxia.