El trayecto en el Puente de Arcoíris no duró mucho, Issi y los demás pronto llegaron al final de este y comenzaron a acercarse a la puerta principal del Castillo Azul.
Aún se encontraban a unos cuantos metros lejos de la puerta cuando esta se abrió y uno de los hombres del Chivo Brujo salió a recibirlos: tenía la cabeza de chivo al igual que su creador, pero sus cuernos eran más pequeños; el resto de su cuerpo estaba protegido por una armadura como la de los caballeros medievales y llevaba en su mano una lanza de gran tamaño.
–El amo desea saber la razón de su visita.
–Queremos que libere a todas las doncellas que tiene prisioneras –respondió Issi.
Aquel hombre retrocedió sin decir una sola palabra y la puerta se cerró nuevamente. De pronto, un gran número de soldados idénticos al que acababa de hablar con ellos empezó a lanzar flechas impregnadas de energía desde los matacanes situados sobre la puerta del Castillo Azul. Issi y los demás se vieron obligados a retroceder para evitar ser alcanzados por los proyectiles. Y entonces, entraron en acción.
–Villatoro, haz lo tuyo –ordenó Issi.
Al instante, Villatoro dio un paso al frente y, dando un fuerte golpe con la planta de su pie derecho, lanzó una poderosa onda de energía que resquebrajó la puerta justo a la mitad, para luego hacerla caer junto con parte de la fachada, llevándose de paso a algunos de los soldados que lanzaban las flechas.
Issi y los demás aprovecharon a entrar en el castillo atravesando la nube de polvo levantada por el derrumbe, al mismo tiempo que los hombres del Chivo Brujo se congregaban en el patio de armas dispuestos a detenerlos.
–¡Ya saben lo que tienen que hacer! ¡Manos a la obra! –gritó Manzano en medio de la conmoción. Todos canalizaron su energía y desplegaron sus respectivas técnicas.
Uno a uno, los hombres del Chivo Brujo fueron cayendo ante los ataques de Sergio y Villatoro, quienes se concentraron en aquellos que estaban al nivel del suelo. Villatoro se encargaba de hacerlos caer y Sergio se abría paso con sus dos poderosos látigos.
Por otra parte, Manzano y Vito dirigieron sus ataques a los soldados que se encontraban en las torres y en los adarves, con tal rapidez, que les impedían lanzar sus flechas, lanzas y toda clase de proyectiles. Manzano se encargaba de los soldados a su derecha y Vito de aquellos a su izquierda.
En cambio, Chucky e Issi tenían una misión diferente. Ellos debían aprovechar la distracción para colarse en el edificio principal y encontrar el camino hacia el calabozo. Afortunadamente, contaban con la ayuda de una importante aliada.
–Creo que ya es hora de que la llames –le sugirió Issi a Chucky, al tiempo que esquivaba el ataque de algunos soldados y les respondía con un golpe certero que los noqueaba al instante.
–Estoy en ello –respondió Chucky y, acto seguido, emitió un fuerte silbido que llegó sin problemas a oídos de su destinatario. Segundos después, Ahkim ya se encontraba sobrevolando la zona de batalla, lista para internarse en medio del ajetreo y llegar hasta su cuidador–. Aquí viene.
Ahkim llegó hasta donde estaba Chucky e Issi, y rápidamente los condujo hacia una puerta que se encontraba en la parte de atrás del edificio principal. Lo que el Chivo Brujo y sus hombres ignoraban era que aquella pequeña e inteligente Lechuza se había colado minutos antes en el castillo y había presenciado el momento en el que Galaxia era llevada al calabozo, por lo que conocía la ruta exacta a este.
Issi abrió la puerta y descubrió unas escaleras que descendían varios metros bajo el suelo.
–Espérame aquí –le pidió a Chucky–. Vigila la entrada.
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Los Guerreros del Circo Rodante
AdventureHistoria basada en las canciones e integrantes de la banda campechana Roll Circus, la cual nos relata las aventuras de un grupo de jóvenes del Mayab que se unen para derrocar el oscuro reinado del Chivo Brujo y salvar a la Amiga Galaxia.