Estaba contenta porque había terminado el trabajo, y me había gustado el resultado; podría decir incluso que estaba orgullosa de cómo me había salido. Estaba tan pletórica que se me había olvidado lo cansada que me había sentido durante todo el día, y estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que había alguien que estaba esperándome en la puerta de mi habitación.
- Hola -me saludó Lilian.
- Ey, hola. ¿Cómo estás? -le pregunté, intentando ser amable y no recordar en mi mente aquel episodio.
- Bien, mucho mejor, en realidad. He estado buscándote para hablar a solas -dijo, retorciéndose los bajos de la falda-. Si no es mucho pedir, ¿podríamos hablar en tu habitación?
Por un momento bastante largo, dudé. Pero al mirarle a los ojos me sentí como si le estuviera negando a un cachorrillo un premio. Ladeó algo la cabeza, lo que reforzó la imagen de cachorro abandonado en mi interior.
- Está bien... -cedí, abriendo la puerta. Esperaba que no volviera la Lilian desequilibrada.
Me senté en la cama, y le indiqué que podía sentarse si quería. Así lo hizo.
- Verás... quería darte las gracias por lo del otro día -comenzó-. Realmente me ayudaste mucho.
«Vaya, pues parece que tu amiga Penélope no piensa igual que tú» pensé, pero no dije nada. Esperé a que continuara.
- Supongo que ya lo habrás deducido, pero padezco una enfermedad que se llama transtorno del pánico. A veces, pierdo el control de mí misma y me sumo en trance. No suelo recordar demasiado de los ataques, pero sí recuerdo que estuvieras tú. Así que muchas gracias por ayudarme. Y lo siento mucho, me da mucha vergüenza que me vean así, pero no puedo evitarlo.
»He probado muchas cosas, desde psicólogos a diferentes terapias, pero nunca había querido medicarme. Una vez que entras en ese mundo, es muy complicado salir de él. He intentado por todos los medios intentar recuperarme sin utilizar medicamentos. Pero no puedo continuar así, y he concertado una cita con mi médico. Creo que este va a ser el paso definitivo. Estoy bastante contenta con la decisión, y quería que lo supieras.
- Vaya, Lilian, eso es genial. Espero realmente que te vaya bien -le dije, con sinceridad. De verdad lo esperaba. No quería ser mala, pero también me alegraba de no tener tanto miedo a volver a encontrármela en medio de un trance. Era escalofriante.
- Muchas gracias, April -me sonrió.
Pasaron unos instantes incómodos, y yo estaba buscando algo de lo que hablar que fuera mínimamente interesante. Justo cuando estaba apunto de preguntarle sobre el trabajo de Literatura, Lilian habló:
- Bueno, me voy. No quiero robarte más tiempo -me dijo.
- No te preocupes, de verdad... -me levanté.
- Tranquila. Sólo quería darte las gracias y explicarte mi situación, y ya estoy más tranquila al ver que me has entendido. Muchas gracias otra vez -dijo, abriendo la puerta-. Por cierto, si ves a Penélope o te pregunta, ¿podrías no mencionarle esta conversación? No quiero que se preocupe.
- Claro, descuida -le dije, con una sonrisa. La verdad era que Lilian estaba muy bien cuando no estaba en modo... lunática.
Me di una ducha rápida y volví a la habitación. Decidí irme a dormir temprano y estar descansada para el día siguiente.
Me levanté algo nerviosa, recogí mis cosas y tras realizar mi rutina mañanera me encaminé a la clase de Literatura. Me di cuenta mientras andaba, que realmente tenía ganas de hacer una buena exposición, sentía como si tuviera algo que demostrar, y aquella era la perfecta oportunidad.
ESTÁS LEYENDO
SHADOWHILL
Teen FictionTras la repentina muerte de su hermana en extrañas circunstancias, April se ve obligada a ingresar en la academia Shadowhill, donde descubrirá que toda su vida se basaba en mentiras. Nada volverá a ser lo mismo. Ya habían pasado tres años desde La...