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Eric me dejó a las puertas de la escuela, donde esperé a que me abrieran. No tuve que esperar demasiado hasta que las grandes verjas comenzaran a moverse, y nada más pude entrar, eché a correr hacia el Gran Hall. Cada minuto contaba, ¿quién sabe lo que Steve había estado haciendo en mi ausencia? 

Aún era de noche, pero brillaban los primeros rayos de sol en el horizonte, y fui lo más rápido que pude al despacho de Tabatha, rogando para que aún estuviera allí. Los pasillos estaban extrañamente desiertos a pesar de ser una hora bastante frecuentada por profesores y alumnos madrugadores, y pensé en lo peor. 

Un ruido de pasos me alertó, y me giré rápidamente, preparada para cualquier cosa. 

–¡April! April, Dios mío, ¡April! Menos mal, pensé que te había perdido... –dijo Adrien, corriendo hacia mí. Al verle, sentí un alivio enorme, acompañado de una sensación de seguridad que pocas veces antes había sentido.

–¡Adrien! Menos mal, no sabía qué hacer... Steve... Steve me secuestró y luego... ¿Dónde están todos? ¿Qué está pasando? –le pregunté, intentando mantener la compostura. 

Me estrechó fuerte entre sus brazos, acariciándome suavemente el pelo. 

–Lo siento tanto, April... –se le rompió la voz.

–Debemos ir a hablar con Tabatha. Fue él... Adrien, fue Steve quien mató a Lilian y a Penélope. 

–Lo sabemos. Hemos recibido un ultimátum esta noche, April. Creo que deberíamos sentarnos a hablar –dijo, llevándome hacia el despacho de la directora.

Tras servirme un buen té caliente –pues no me había dado apenas cuenta del frío que tenía hasta que me senté–, Tabatha me puso al día. 

–Anoche recibimos una llamada del gobierno, diciendo que te tenían. Nos daban horas para desvelar nuestro paradero y nos proponían cooperar, de forma que nadie saliera herido. Una lástima que sepamos cómo es su forma de cooperar sin heridos, y es algo que nunca ocurre bajo su mando. No sabíamos qué hacer, estábamos desesperados por recuperarte. Salió una partida en tu búsqueda hace unas horas, pero no te encontraban. Menos mal que has vuelto sana y salva, hija –dijo Tabatha, dejando caer sus manos en mis hombros. La miré a los ojos y vi reflejado en ellos todo el cansancio que debía soportar. 

»También supusimos que debía haber un topo, ya hacía tiempo que sospechábamos de Steve y nuestro recelo ha sido confirmado. Resulta que, pese a ser uno de los especiales, se ha querido pasar al bando contrario. Ha estado filtrando información desde hace unas semanas, y éste último golpe lo habrá querido hacer para ganarse el favor del gobierno. En fin, les ha salido mal el movimiento y ahora no caeremos en ningún chantaje, pero no nos quedará más remedio que luchar. Van a venir, April. Van a venir a por todas, y no van a ser amables. Y me temo, que será muy pronto. 

Salí del despacho de Tabatha con el ánimo por los suelos, y el cansancio no ayudaba. 

–Deberías descansar, ma belle. Yo debo reunirme ahora con el profesorado, pero puedo venir a recogerte para ir a comer algo en unas horas –dijo Adrien al llegar a mi habitación. Se apoyó en el marco de la puerta, mirándome. 

–No es justo. ¡Yo también quiero ir! No necesito descansar, tenemos que prepararnos –protesté.

–Oh, si es por reuniones, harán varias más a lo largo del día, créeme que no te pierdes nada –dijo, jugueteando con uno de mis mechones de pelo rebeldes–. Pero si me prometes que vas a descansar y a dormir un rato, te recojo para la próxima. ¿Hay trato? 

–Trato –acepté, a regañadientes.

–Bien –dijo, dándome un corto beso en la frente–. Nos vemos después, ma petite

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