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 Tras esperar allí algo menos de una hora, pegamos la oreja a la puerta, intentando escuchar cualquier ruido que nos alertara de que aún continuaba la batalla. Sin embargo, al otro lado de la puerta sólo había silencio. 

Abrimos la puerta tras quitar todo lo que habíamos puesto como tope y salimos. La escena era devastadora: cuerpos echados en el suelo de cualquier forma, sangre salpicando las paredes y la escalera... Tuvimos que ir esquivando cadáveres, buscando a los supervivientes y a alguien con quien pudiéramos hablar.

Subimos las escaleras del Gran Hall, y localizamos a Tabatha hablando con un hombre muy alto y corpulento, quien parecía ser el jefe de seguridad. Nos acercamos a ellos, pero no tanto como para interrumpir su conversación, que parecía bastante seria.

- Sí, es la primera vez que llegan tan dentro... -dijo ella, mordiéndose el labio, preocupada-. Es muy mala señal. No se detendrán ante nada. 

El hombre trajeado parecía más reservado, y le respondió en un tono algo más bajo. Ante él, Tabatha parecía pequeña, pero no se dejaba amedrentar. 

- Lo sé. Refuerza la guardia hoy, aunque no creo que vuelvan a intentar algo así en un tiempo. Han sufrido ellos más pérdidas que nosotros. Una batalla ganada, al menos. 

Entonces nos vio, y aunque el varón había comenzado a hablar otra vez, ella le acalló con un gesto de su mano, mientras se acercaba a nosotros. 

- ¡Chicos! Cuánto me alegro de veros sanos y salvos -dijo, pasándome su mano por mi brazo y apretándolo suavemente, en un gesto de cariño-. Estaba segura de que sabríais cuidaros, pero estaba preocupada. 

- Sí. Por suerte los dos pudimos refugiarnos a tiempo -dijo Adrien, con semblante serio. 

- Estoy muy contenta. Gracias al cielo, no hemos sufrido ninguna baja entre los alumnos. Os recomiendo encarecidamente que os quedéis durante el resto del día en las habitaciones o en las salas comunes del primer piso, por favor, no bajéis hasta que todo se haya calmado. 

Los dos asentimos. 

- Señora directora... 

- Por favor, April, llámame Tabatha. 

- Sí. Me gustaría hablar contigo, cuanto antes -alcancé a decir, sintiéndome tonta por hacerle perder el tiempo en una situación así. Sin embargo, debía hablar con ella lo más pronto posible, y aclarar algunas cosas que se me habían mantenido en secreto demasiado tiempo. 

- ¡Por supuesto! -dijo ella, lejos de estar molesta. Como siempre, más bien parecía que estaba en su mundo-. ¿Te parece que hablemos esta tarde? Pásate sobre las cinco a mi despacho, y nos pondremos al día. 

- Genial -contesté.

Entonces, ella, apurada, miró el reloj que llevaba en su muñeca, se disculpó y se fue, dejando al jefe de seguridad plantado, quien comenzó a andar tras ella a paso decidido. 

- A veces no estoy muy segura de que el mando de Tabatha sea... del todo serio -bromeé. 

Adrien rió cortésmente, pero dijo:

- Sé que a veces parece algo... -buscó la palabra adecuada- despistada, pero es muy buena directora, y gracias a ella estamos seguros aquí. 

Asentí, pensando en al conversación que habíamos mantenido en el salón de actos. 

- Parece que se ha cancelado nuestra cita de hoy -dijo, algo disgustado. 

- No sabía que era una cita -me reí yo. 

- Por supuesto -me sonrió él, casi ronroneando-. Pero esperaré impaciente a que la regendemos. 

- ¿Mañana? -me lancé yo. 

SHADOWHILLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora