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Heimdall vio a su hermana extraña y se preocupo,por supuesto. Había llegado recién de su estúpido trabajo como mesero y solo quería relajarse,pensó en preguntar al día siguiente pero luego se dio cuenta. Después de todo,Sif tenía dieciséis años,era una chica atlética y sana,se había encargado de fomentar eso,y era obvio para él que no estaba enferma. Quizás era algún chico que la mantenía afligida. Con pesadez se quito el bolso del hombro y lo dejo caer con brusquedad, alertando a la adolescente así. Él se sentó frente a ella,sus relucientes ojos dorados brillaron mientras la observaba.

—¿Que sucede, pequeña?

—Nada,—respondio ella automáticamente—solo me siento un poco desanimada.

—Ya he tenido tu edad...

—A mi edad comenzaste a trabajar para mantenernos, hermano,la abuela me cuido por mucho tiempo y si, me lo contó.—le interrumpió Sif, arruinando su discurso rápidamente—

—Eso no significa nada, también he sido un adolescente.

—¿Entonces te has enamorado? Jamás he visto a nadie más que a Amora venir aquí y cualquiera notaría que no hay nada entre ustedes.

La pregunta fue rápida pero calo hondo en el pecho del hombre. Intruso,se escabulló entre sus huesos,entre sus órganos y sangre hasta llegar a su corazón. Con saña se clavo la espada de la melancolía y soltó todos los recuerdos que había apresado por años. Las lágrimas aparecieron en el borde de sus ojos,suicidas,desesperadas por liberarse.

—Si,me he enamorado,una sola vez,y fue tan intenso…

Heimdall ya no miraba a su hermana y Sif estaba segura de jamás haber visto esa mirada y expresión en el rostro de su hermano. Era tristeza y dicha al mismo tiempo,los recuerdos provocaban que su corazón volviera a latir desenfrenado. Pronto Heimdall consiguió serenar su melancolía y observó a la chica junto a él,quien esperaba que algo sucediera.

—¿Así que estás enamorada? ¿Como es él?

—¿No me vas a contar?

—No es buena idea.—murmuro simplemente el moreno—Hablame de él.

—Él se llama Thor,es un chico muy popular en la escuela,es un excelente deportista y está en el equipo de fútbol,como capitán. Es muy tierno y amable, aunque es un poco tonto,pero bueno,no todo es posible,¿Cierto?—los ojos de Sif se iluminaron gloriosamente al hablar de aquel muchacho y Heimdall sonrió por ello—

—¿Un cabeza hueca del fútbol?—Nego claramente en broma—No has caído tan bajo,¿Cierto, hermanita?—ella lo pateo y él se rió—¿Y que te ha desanimado?

—No se,es que…siento que no soy lo suficiente atractiva para agradarle,es decir, hemos hablado y todas esas cosas,pero las chicas con las que lo he visto son diferentes.

Heimdall se arrodilló entonces frente a Sif y tomó su rostro entre sus enormes manos, provocando que sus mejillas se vieran aún más llamativas.

—Escuchame, princesa, tú no eres suficiente para nadie más que para ti,no tienes que preocuparte por si encajas en los "requerimientos" de otra persona,eres hermosa,buena e inteligente,quizás un poco mandona de más pero nada malo hay en ti,si él no aprecia eso, entonces él no es suficiente para mi pequeña hermanita,¿Si?—seco una lágrima que cayó por la mejilla de su hermana y sonrió dulcemente—

—Eres el mejor hermano del mundo.

Sif lo abrazó con fuerza y Heimdall se levantó del suelo,aún con la adolescente colgada de su cuello. Camino con ella así hasta la cocina,donde ella se descolgó y corrió a servir la cena para el hombre. Heimdall se estiró dolorosamente mientras esperaba,su espalda dolía desde hacía buen tiempo,pero no tenía ni el tiempo ni el dinero para ir al médico. Trabajaba desde la mañana a la noche para lograr mantener a su hermana en la institución donde quería ir, para poder comprar la ropa y la comida,pagar el alquiler y todas las cuentas. Heimdall tenía el doble de edad que su hermana y poco después de cumplir los dieciocho había perdido a sus padres en un accidente,esos padres que habían adoptado a la pequeña Sif dos años atrás.

El moreno tuvo que luchar para poder mantenerla junto a él y había acabado en miles de empleos mediocres solo para lograrlo. Por supuesto que ella sabía toda la verdad,pero nunca busco a su familia biológica,solo se dedicó a tratar de hacer la vida más fácil a su hermano. Como en ese momento,donde él no se había quejado ni un solo suspiro pero ella le dio algunos calmantes junto a su comida,ella sabía de su dolor físico y se había prometido que en cuanto pudiera ayudaría a su hermano trabajando ella también,así el cuerpo joven del pobre Heimdall no se deterioraria con tanta prisa.

Las noches eran todas iguales, Heimdall comenzaba a dormitar sobre el plato incluso antes de terminar de comer,a veces Sif llamaba su atención para que masticara a través del sueño. Ella no podía enojarse con él,tenía una vida medianamente buena y nada le faltaba,ni el dinero ni el cariño de su hermano. Normalmente se sentaba en la habitación de Heimdall,luego de arrastrarlo prácticamente hasta alli, y se quedaba allí haciendo lo poco que quedaba de su tarea,hasta que las doce de la noche tocaban. Entonces verificaba que la casa estuviera en orden y las ventanas cerradas para luego acostarse a dormir,lista para el día siguiente. Pero esa noche,Sif ya había terminado su tarea temprano y mientras cerraba las viejas ventanas se pregunto quién sería aquella persona que había robado el corazón de su hermano alguna vez y parecía jamás haberlo devuelto

Roulette   •Heimfrost•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora