El trato

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- al contrario de lo que dicen por allí, las mujeres no se ven tan hermosas llorando.- dice parándose delante de mi, volteo los ojos, no puede aparecer después de lo que paso después de tantos días y como si no hubiera pasado nada.

- al contrario de lo que creen los hombres como tú, sus comentarios estúpidos no hacen gracia alguna.- suelto y regreso adentro dando le la espalda.

- se que debes estar molesta Beck, pero...

- No te excuces por favor, se el adulto que aparentas ser y vete por donde viniste.- suelto de camino al elevador.

- ¿por que estas tan molesta conmigo? - cuestiona, ¿enserio va a actuar como que no lo sabe?

- ¿por que? Tal vez por tu actuación barata del dia en que te fuiste de aquí, o tal vez por que no llamaste para aclarar las cosas.- respondo ardiendo de rabia.

- vale, soy un idiota... No pensé que estuvieras tan molesta.- dice alcanzandome.

- si lo eres, ya puede irse señor Mancini, gracias por su visita.- digo y sigo mi camino.

- creí que tenias cosas que resolver contigo misma, vine un par de veces, pero no me atreví a entrar.- dice plantado en el mismo lugar, volteo a verle, parece sincero.

- ¿por que? - cuestiono.

- también tengo cosas que resolver conmigo mismo.- responde, lleva un pantalón de mescliya y una camiseta negra, informal se ve mucho mas joven, camino hasta donde esta.

- Vale, creo que estoy exagerando.- murmuro, se pinta una leve sonrisa en su rostro.- al fin y al cabo solo solíamos tener una amistad, intima...

- muy intima.- murmura acortando la distancia entre los dos.

- ¿tienes algo que hacer? - pregunta.

- Mas tarde.- respondo.

- vale, por que no te vienes a almorzar a mi departamento y conversamos sobre todo esto.- dice sonriendo contra mis labios, lo odio por ser tan seductor.- por favor.- pide, tomando mi mano con cuidado.

- vale.- respondo aparentando que sigo molesta, me pasa el brazo por el hombro y salimos juntos, huele a un perfume nuevo, es un aroma fuerte pero no marea.

- ¿enserio crees que me veo mal llorando? - preguntó haciéndole reír.

- te lo diré si me dices por que estabas llorando.- dice abriéndome la puerta de su coche, niego con la cabeza, se sube, pone algo de musica y yo me acomodo.

- baja los pies del salpicadero, Beck.- pide.

- pero que cuadriculado estas.- murmuro y este ríe.

Entra en una residencial donde todas las casas son iguales, ¡que aburrido! estaciona en la entrada de una y me ayuda a bajar.

- ¿No dijiste que íbamos a tu departamento? - preguntó bajando.

- lo pensé mejor y creí que no esta tan mal que conozcas mi casa.- dice abriendo la puerta.

- bonita.- respondo.

- gracias, ese es el armario por si necesitas guardar algo.- dice señalando una puerta cerca de la entrada, es todo muy acogedor, pisos alfombrados, lámparas y algunas pinturas que me resultan familiares.

- ¿tomas algo? - pregunta.

- agua.- pido paseando, todo esta limpio, reluciente, en su sala... la chimea brilla por fuera, pasa su mano por mi cintura provocando un leve cosquilleo, me entrega el agua.

- es muy acogedor, muy hogareño.- observo.

- si, solía ser la casa de mi madre, ella falleció un par de años antes que acabara la carrera.- dice.

Sr. ManciniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora