Mateo ya sabía de quien era esa voz.
—¿qué haces vos acá?—dijo mirando a Manuel cruzado de brazos, a su lado estaba Iara.
—Paulo me llamo para que lo lleve a su casa—los dos se quedaron mirando entre sí, Manuel vio la mirada que le había lanzado su novia, así que decidió apartar su mirada de su amigo.
—bueno, ahora vuelvo, voy por Paulo—hablo Manuel retirándose de esa escena incómoda.
Solo estaban ellos dos, Mateo y Iara.
Mateo mataba con la mirada a la pelirroja, Iara hacia lo mismo.
—¿te gusta, verdad?—Iara se sentó como si nada en la mesada de la cocina de la casa de Palacios.—no lo niegues, se nota—esto se ponía bueno.
—estas flasheando—la cálida voz de Mateo sonó por toda la cocina, toda su atención estaba en la morena.
Iara lo miró con su típica cara de orto.
—¿vos decís? Solo digo la posta—la interesante conversación termino ya que Manuel había llegado con el rubio a su lado.
—¿vamos?—dijo mientras rodeaba con sus manos la cintura de Iara, Mateo frunció el ceño asqueado.
—si, vamos—Iara agarró la mano de Manuel, este apartó la mano enseguida.
Manuel se acercaba a Mateo a paso lento, eso desesperaba a Mateo.
—nos vemos—deposito un cálido beso en la mejilla de Palacios.
Las mejillas de los dos se volvían rojas, los dos se miraron a los ojos muy profundamente, era como si sus miradas digieran todo lo que se querían decir hace tiempo.
—¿y? Vamos—la pelirroja agarró fuertemente a su pareja llevándolo a la salida de la casa junto con Paulo.
Manuel se despidió de él por segunda vez con la mano.
-boe, yo quería que se den tremendo chape pero me aguante.