Manuel se le quedó mirando, Mateo ya llevaba un buen rato sin decir nada.
—mira..no me vayas a putear después de esto—las palabras de Mateo ponían nervioso a Manuel.
En un abrir y cerrar de ojos, Manuel estaba ahora sentado en la mesada, acorralado por mateo.
El pelinegro se acercaba lentamente a él de pelo largo, Manuel respiro hondo y cerró sus ojos, juntando labios con Palacios.
Después de tanto tiempo, los dos estaban nerviosos y confundidos, el beso no era lento, si no desesperado y necesitado.
Mateo enredaba sus manos en la melena de su amigo, hasta separarse por falta de aire.
Los dos se miraban a los ojos, no hacía falta las palabras, sus miradas decían todo lo que sentían por el otro.
Manuel abrazo a Mateo, escondiendo su rostro en el cuello del mayor, Mateo solo se limitó a poner sus manos en la cintura de Manuel.
Necesitaban un momento así hace tiempo.
-boe, re corto ah.