Once

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Su mirada demuestra decepción total. senti como todo en mí se desmoronó una vez más, pero ésta vez lo que sentí fue diferente, me dolió el pecho de otra forma más extraña. En seguida su rostro de serio volvió, pero esta vez como nunca, miró a otro lugar porque estoy sin polera. James me tapó en seguida y se levanta quedando frente a él.

—Se toca la puerta —dice firme y enojado.

—Lo siento, me mandaron a decirles que bajen para escoger la película —me mira de reojo—, pero podéis seguir en lo que estaban —dice duro y frío.

Cierra la puerta dando un buen portazo y luego lo escucho bajar las escaleras. Miro a James y él a mí.

—Creí que era Carina o quizás Raúl —dije en seguida.

—También yo.

Nos terminamos de vestir y bajamos. Todos están riendo de algo equis, pero Mauro solo está en silencio, pensativo y quizás en algún otro planeta.

—Aquí estamos —dice James.

Tomo asiento en el sofá que está frente a Mauro. No me mira en ningún momento, nada. Solo ve la película, o eso nos hace creer, pero no a mí, en realidad solo la mira, porque sus ojos parecen totalmente perdidos.

Carina varias veces le habla, pero él solo la ignora, y le dice que está bien. Carina varias veces me vio mirándolo, más no me importó.

La película llega a su fin, de la pizza todos comimos menos Mauro, según él, no le apetecía justo ahora. Todos le preguntan que le sucede pero solo desvía el tema. Yo con James varias veces nos miramos cómplices por el actuar de Mauro.

A la hora después la cada está totalmente desalojada. Yo con James nos fuimos a la habitación y nos acostamos en seguida, al otro día teníamos universidad.

. . .

Las clases ya tomaron su ritmo, ya es una semana desde que entramos y cada vez me gusta más lo que estudio. Ya hemos tenido dos trabajos y una que otra disertación. Ya estoy cansada con esto y solo llevo una semana, pero me gusta, porque mantiene mi mente ocupada, y eso hace que no piense tanto en idioteces.

Mauro ya no me mira, nada. Desde que nos vio juntos con James ya ni siquiera nos saluda. Yo aún me siento mal por lo que pasó, nunca imaginé que sería Mauro, debí suponerlo.

—Necesito un café —digo caminando al lado de Andrew rumbo a la cafetería.

—Sí, también yo.

Con Andrew nos hemos llevado súper. Todo bien, buena onda y buena persona.

Llegamos a la cafetería y pedimos un café y nos sentamos con los chicos. Como siempre James llega más tarde. Los saludo a todos en general, porque qué flojera saludar uno por uno. Me siento y conversamos de diferentes cosas que nos están pasando en nuestra carrera con Andrew.

—Es viernes, así que podríamos quedar—propone Raúl.

—Me uno —digo yo y todas más miradas se posan en mi, raro.

Nunca me uno a nada, hoy si me apetece amargarle la vida a todos con mi humor negro.

—En mi casa —dice de repente Mauro.

Yo lo miro y quise rodar los ojos. Yo no iría a su casa, no quiero ver ni en pintura a su familia y mucho menos a Kaira. Él me mira y como si me hubiese leído la mente, dice:

—Mi familia se irá de viaje.

—En tu casa entonces —dice Andrew.

Yo miro hacia otro lugar porque no me convence la idea de ir a su casa. Pero iría, no quiero más problemas. Luego de un rato llega James, hizo un saludo en general y a mí me dio un pequeño beso en los labios.

R A R ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora