Veintidos

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Miro al profesor y luego a él reiteradas veces.

Amo lenguaje, es mi asignatura favorita desde pequeña, pero también amo las librerías y más aun si me traigo libros, ya que hace años que no voy a una, los que suelo leer ahora me los trae James.

Así que sí señores, solo acepto ir con Mauro por que me traeré la saga hus hus, juro que solo por eso. No es por que Mauro va conmigo, obvio por eso no, ósea ¿qué creen? ¿Acaso creen eso? ¿En serio? No crean eso.

Evito mis pensamientos y antes de que el profesor diga que entre al salón, sonrío como idiota y le tomo la mano a Mauro para comenzar a correr por los pasillos mientras que el profesor no deja de gritar detrás de ambos.

Al llegar a la salida de la universidad, miro a Mauro y él ya me está mirando, con una sonrisa torcida y sus penetrantes ojazos verdes que no puedo resistir observarlos un buen rato.

—Buena elección, eh Sheila. —habla, abriendo su camioneta.

Yo ruedo los ojos.

—Necesito comprarme una saga desde hacia tiempo, así que no te creas tanto, no soy fácil —le contesto, subiendo al copiloto.

Él suelta una risa arrogante.

—Créeme que lo sé, ¿cuál es el nombre de la saga? —pregunta curioso.

—Hus hus —le digo—. En verdad los tengo en pdf pero a comparación con otros libros, estos sí los quiero leer en físico, ya que me llaman bastante la atención.

Él asiente saliendo del estacionamiento del instituto.

—Entonces, solo los libros que realmente te llaman la atención los lees en físico, ¿no? —pregunta con una ceja alzada mirando hacia el frente.

Yo asiento.

—Ajá.

—¿Y lo que no te gustan los lees en pdf?

Yo lo miro.

—Sí, ¿hay algún problema con ello? —pregunto alzando una ceja.

Él asiente y me mira negando.

—Tú sabes que eso es ilegal, ¿no?

—Lo sé, sin embargo, no estoy dispuesta a gastar dinero en algo que no me gustó al menos un 87,6% por lo tanto, no me compraré el libro. —le digo, con sinceridad.

Él asiente indeciso.

—Buen punto, pero soy fiel creyente a que eso está terriblemente mal, ya que muchos de los autores con ello se ganan la vida. —se defiende.

Asiento brindándole la razón.

—Lo sé, pero siento que muchos de ellos no se merecen la publicación de su libro y mucho menos que le paguen por él, pero tienes razón, muchos de ellos viven con la paga de ello —lo miro—, pero no creas que diciéndome todo eso me harás comprar un libro que no me gusta, ya he leído miles de comentarios iguales que los tuyos en los anuncios y créeme que me valen mierda.

Mauro me ve un tanto serio por un momento pero luego suelta una carcajada a la vez que niega.

—Podrías estar perdiendo totalmente en algún debate, pero tienes unos putos argumentos, un carácter de mierda que podrías dejas callado a quién tú quieras, mujer.

Yo sonrío mientras me encojo de hombros.

—Mi don, mi maldición.

Él me ve y sonríe, pasa un largo rato en donde ninguno dice una palabra. Vamos totalmente perdidos en la vida frente a nosotros.

R A R ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora