Capítulo 5:

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‒Musa, por favor no grites… - suplicó Andy, con la cara enterrada entre dos almohadas. 

‒Qué es esto? – dije señalando mi ropa.

Mi mundo giraba, no recordaba nada… Vale, eso era mentira. Perfectamente me acordaba de estar en un momento nada pudoroso con Andy… pero prefería mentir, ya que no recordaba como terminaba nada de eso. Ni tampoco sabía por que ahora estaba enfundada en unos bóxers masculinos de Batman y usaba una camiseta de tirantes, también de Batman, que ah decir verdad dejaba poco a la imaginación por la gran cantidad de agujeros.

‒Oh… eso es el resultado de haberme levantado a las siete de la mañana y verte completamente desnuda… Bueno, el efecto también llego a otra parte, si es que me entiendes. 

‒Estas de coña? – me sobresalté.

‒Bueno… me descubriste… En verdad fue a las ocho. No suelo madrugar – parecía verdaderamente arrepentido por haberse levantado a las ocho. Pero había algo más… Y de pronto lo entendí, lo que le incomodaba debía ser que no hubiera dicho nada sobre ayer.

‒Gracias por esto… y sobre lo de ayer…

‒No digas nada, si?

Me incomodaba el hecho de que nos hubiéramos acostado y no habláramos de ello. No sabía que decirle… Tenía miedo de lo que pudiera pasar.

‒No fue como hace años… - sonreí y deposité un beso en su mejilla.

‒Ve a tu habitación y patea el culo de Ashley hacia aquí, Musa – una sonrisa se había instalado en los labios del chico.

Toqué la puerta dos veces, hasta que sentí como alguien maldecía y me abrían. Era Clare, quien llevaba la camiseta que Ashley había usado la noche anterior… Sonreí pícara y alcé una ceja. Clare se corrió y me dejó pasar. Su mirada recorrió mi camiseta de Batman, o más bien la de Andy, y sus bóxers. Luego me hizo la típica seña de “tenemos que hablar”. 

‒ Ashley, Andy te llama.

‒ Vale – Ashley se levantó del piso (del piso?), se paró y se dirigió a su habitación, no sin antes besar la coronilla de Clare. 

Apenas el chico se fue Clare y yo dijimos un “Qué ocurrió?” al unísono. Luego reímos y nos sentamos sobre mi cama, la que seguía intacta. 

‒ Ashley me dijo que le gustaba… - sonreí a la confesión de mi amiga.

‒ Andy y yo… - dejé la frase en el aire, sabiendo que Clare uniría los cabos. Esperaba que me felicitara o me dijera algo positivo. Esperaba.

El sol volvía a sus ojos todavía más azules, como la tinta de su pluma, con la que en ese instante rajaba hábilmente una hoja, creando una posible canción. A mi lado, una irritada Clare me veía con el ceño fruncido. No me podía creer que se enojara por lo que había pasado con Andy.

‒ Ustedes deben estar juntos, no deberías haberte ido de esa habitación sin más. Y no dejaré de estar enfadada hasta que arregles esto! – me había gritado.

Luego de todo lo que había pasado estas vacaciones se habían vuelto la peor montaña rusa emocional de mi vida. Jamás creí que al volver a ver a mi único gran amor las cosas iban a ser así. Siempre imaginé como yo corría hacia sus brazos… y él se alejaba, dejándome por segunda vez con el corazón partido. Me había imaginado esta situación mil veces. Pero, sin duda, la idea de que íbamos a acostarnos a la primera no estaba en ninguno de mis planes. 

 ‒ Deja de fruncir el ceño, te va a doler la cara ‒ apuntó Ashley a Clare.

Clare le ignoró y siguió con el ceño fruncido, era su manera de castigarme. "Juro no volveré a hablarte en toda tu vida si no arreglas las cosas con Andy" había dicho la castaña antes de hundirse en su silencio ridículo e infantil.

‒ Es que vas a ignorarme? ‒ Ashley fingió enfadarse. 

Andy no despegaba sus ojos del papel. Su mano no dejaba de mover la pluma, causando largos y desparejos trazos, que por alguna razón, en él resultaban sencillamente adorables. Recordaba que cuando aun salíamos él solía escribir frases sobre mi piel, por alguna razón ese sencillo acto me resultaba mejor que pilas y pilas de flores, que con el tiempo marchitarían.

Sentí una puñalada. Pensar en el pasado me hacía sentir terrible, añoraba todo eso y lo quería de vuelta. Tenía la posibilidad de tenerlo de vuelta, pero no podía, sencillamente no podría volver a ser yo de nuevo. Cuando Andy me había dejado, dejado completamente tirada en el hotel a mitad de la noche, yo me había transformado. Era un saco de nervioso de aquí para allá, no me estaba quieta, me pasaba encerrada en mi habitación escuchando música a niveles insanos o yendo de fiesta hasta perder la razón. Mis padres no sabían que hacer, ya que yo no era una chica dramática, y por alguna razón el hecho de que Andy me dejara me desoló.

‒ Así que me ignoras, eh? ‒ la voz de Ashley me devolvió al presente.

El chico tomó a mi amiga por la cintura, con una delicadeza digna de ver, la levantó de su tumbona y la cargó sobre su hombro. Clare chillaba, y pataleaba, y golpeaba al pobre Ashley, y le pateaba pero él no lo sentía, y se quejaba de que su pelo se le metía en el ojo, e insultaba a todo lo que se puede insultar sin dejar de lado su admiración y cariño incomprensible por el chico que la cargaba. 

Luego de un espectáculo que atrajo la atención de una mujer solitaria que paseaba por los alrededores de la piscina del hotel, Clare terminó por rendirse y largarse a reír como una tonta enamorada.

‒ Suéltame ‒ demandó Clare.

‒ Di que me amas... y que estoy buenísismo y que no hay nadie mejor en la cama que yo. Y te suelto!

‒ Nunca! ‒ vociferó mi amiga ‒ Me oyes, Purdy? Nunca!

El se largó a reír. Pronunció un "ya que insistes" y...

Fue un segundo. Mi amiga volaba por los aires. Mi amiga chillaba. Intentaba aferrares a Ashley, pero era imposible, lo único que logró fue arrancar su camiseta de tirantes. Luego chilló por última vez y se vió sumergida en las cristalinas aguas de la piscina del L'Ermitage, hotel donde aparentemente puedes hacer todo el ruido que quieras y los guardias no dicen nada.

La cabeza de Clare apareció sobre la superficie, mientras Ashley se reía a carcajada limpia.  Clare le maldijo, encaramada al borde de la piscina.

‒ Ayúdame a subir ‒ protestó. Ashley se puso serio y se agachó a tomar su mano.

‒ Claro, mi lady ‒ el chico se estiró con muchísima gracia y tomó su mano con sutiles movimientos, algo que no concordaba mucho con su imagen.

Pero la empapada chica, que vale decir es mi mejor amiga, no era tonta, así que jaló con fuerza y tiró al chico a la piscina, donde ambos terminaron riendo.

‒ Parecen unos adolecentes rebeldes locamente enamorados. ‒ ese juego de palabras se escapó de los labios de Andy, quien había despegado sus ojos del papel para admirar la escena que se nos presentaba, como un recuerdo. El chico hablaba más para sí que para mí ‒ Me recuerda viejos tiempos.

‒ Ya déjalo... ‒ las palabras se trancaron en mi garganta y sentía como me atragantaba, tal vez por miedo a llorar ‒ Ya no somos esos chicos, y sin duda es culpa de una única persona.

Me arrepentí al instante en que solté esas palabras. el chico a mi lado pareció haber probado un limón, y luego su mirada parecía la de un cachorrito desamparado. Aparté mis ojos de los suyos, sin soportar verle así, volví a centrarme en mi libro, mientras Andy seguía viéndome... disculpándose con la mirada.

Sweet coincidenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora