Capítulo 20 - Salida

40 0 1
                                    

Sangre

Aunque Melissa estaba perfectamente capacitada para manejar un vehículo, Nathaniel insistió en ser el conductor cuando Anne dispuso que irían hacia la ciudad colonial en carros distintos. Nathaniel, claramente molesto por la decisión, decidió que saldrían una media hora antes que Anne y Victoria, para tener un poco de "tiempo de calidad" con ella. Pero una vez salieron de la ciudad hacia la carretera que los llevaría a su destino, Melissa entendió que más que una muestra de caballerosidad innecesaria, Nathaniel quería estar al volante para sentirse en control de la situación y la conversación que inevitablemente empezaría en algún punto del trayecto.

Un accidente automovilístico no los mataría, a menos que el auto estallara y los hiciera volar en tantos pedazos que no quedara nada que reconstruir. Pero los autos no estallan como en las películas y el fuego no sería suficiente para destruirlos por completo. En cualquiera de los casos, Nathaniel se recuperaría más rápido que ella y eso era bastante ventaja.

—Hace un siglo podría haber apostado mi eternidad en que entendía la razón detrás de cada una de tus acciones —empezó diciendo Melissa. Al menos tendría el control de la conversación—. Pero cuando Anne me contó sobre el trato que hiciste con ella, no le encontré pies ni cabeza.

Nate siguió manejando con la vista enfrente, pero la sonrisa en sus labios era respuesta suficiente. El bastardo en verdad se sentía con el control.

—¿Celosa? —preguntó mezquinamente.

Melissa no pudo evitar soltar un suspiro exasperado y elevar la mirada al techo del carro.

—Por el amor a los cielos, Nathaniel, no todo gira alrededor de ti.

—¿Entonces qué es lo que te parece tan irracional de mi propuesta? —Melissa se tomó un momento para inspeccionar la expresión de Nathaniel, porque no podía creer que en serio no estuviera considerando toda la situación.

—La chica va a morir —contestó sin ninguna emoción, como si se tratara de algo tan obvio como que el sol saldría cada mañana.

—Creo que no te debo recordar cómo es que tú y Anne se convirtieron en lo que son.

—Pensaba que un milenio de vida te daría más sentido común —Nate elevó una de sus cejas y esperó a que ella elaborara la idea—. ¿Aunque la convirtieras y ella regresara, qué te asegura que va a querer estar contigo? He pasado los últimos meses en su mente, manipulando sus deseos y desde que llegaste puedo asegurarte que ninguno de esos indicaba precisamente de una vida eterna a tu lado.

Melissa acomodó su cuerpo sobre el asiento de copiloto para dirigirlo directamente hacia Nathaniel, de esa manera podía ver más fácilmente las reacciones de su interlocutor.

—Lo que me lleva a otro asunto aún más interesante —Nate bajó ligeramente la velocidad del auto y esperó en silencio—. Dame una buena razón para no decirle a Anne sobre tu interesante regalo de Navidad a Victoria.

—No sé de qué estás hablando —contestó, demasiado rápido para ser verdad.

—Por favor, ahórrame la molestia —susurró al mismo tiempo que arrastraba su dedo índice a lo largo del brazo derecho de Nate.

—Quizá no fui yo del todo —contestó inspeccionando de reojo el dedo que ahora volvía a subir por el mismo camino—. La criatura que se está creciendo está demostrando tener unas cualidades interesantes.

—Es cierto, pero es imposible que de un día para el otro la barrera se haya hecho tan fuerte —inspeccionó en silencio a Nate, tan solo acercando más su rostro hacia el hombre, esperando su respuesta.

Magia y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora