Capítulo 10 - Promesa

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Sangre

Victoria secó sus lágrimas. El doctor terminó la visita, la enfermera ayudó en limpiar el desastre que el gel había dejado en su piel y las dueñas de la casa acompañaron al galeno a la salida. Victoria aprovechó ese momento para ir a vestirse de nuevo en su pijama. Su cabeza todavía estaba llena de pensamientos rabiosos cuando salió del baño. Como nadie estaba en la habitación, decidió que era hora de dejar de esperar. Llevaba casi dos días encerrada ahí y estaba a punto de perder la cabeza si no era capaz de sentir un poco de aire en la cara.

Cruzó la puerta de la habitación sin duda y con prisa. Al salir, se encontró de frente el recibidor de la casa en la que el día anterior había hablado por primera vez con Anne y Melissa. A sus lados subían las ostentosas escaleras que daban al segundo nivel.

Las mujeres no estaban por ningún lado. Victoria no perdió el tiempo y se fue hacia la derecha buscando alguna salida que diera al patio trasero, pero antes de llegar a la primera puerta, escuchó el sonido de la puerta principal cerrándose. Anne y Melissa estaban ahí, materializadas de la nada.

—Oh, miren quién decidió salir a dar un paseo —dijo Anne con falsa sorpresa.

—¿No se puede? —preguntó Victoria, desafiante. Melissa sonrió. Anne pareció molesta por la respuesta.

—Claro que puedes —contestó Anne ofendida—. ¿Se puede saber a dónde vas?

—Necesito aire fresco.

—Afuera hay frío, deberías calzar algo al menos —señaló Anne viendo hacia sus pies descalzos. Entre sus pensamientos y la prisa, había olvidado buscar algo que ponerse.

Melissa fue la primera en tomar camino hacia la habitación por la que Victoria había salido y un minuto después le estaba entregando un par de pantuflas.

—Vamos al patio trasero, ya que ibas por ese camino.

Anne se acercó a la puerta por la que Victoria estaba a punto de cruzar, la abrió y pasó por ella. Tan solo se detuvo esperando que la chica la siguiera. Melissa fue detrás de ella.

La siguiente habitación era la cocina, cuyo diseño combinaba muy bien a toda la ostentosidad del resto de la mansión. Le pareció como cualquier cocina de revista: fría, vacía y sin uso. No había ni un plato sucio por ningún lado, ni siquiera los que ella acababa de usar para comer. Estas mujeres estaban obsesionadas con la limpieza o tenían otra cocina donde se hacían todas las labores. Lo cual no le sorprendería.

La siguiente habitación logró dejarla sin aliento. Era mucho más grande que su propia habitación y se extendía hacia arriba ocupando los dos niveles de la casa. En vez de tener la misma forma rectangular del resto de espacios de la casa, la pared del fondo era curva, dando un aspecto como de media luna. Esta misma pared estaba dividida en dos por un balcón hecho del mismo hierro forjado que el balcón del recibidor. En la mitad de abajo casi todo era ventanales y arriba, tapizando la pared habían repisas, repisas y más repisas repletas de libros. El corazón de Victoria se encogió un momento por el recuerdo. Sin embargo no se dejó distraer mucho y continuó su camino detrás de Anne, quien ya estaba arrastrando una de las puertas de vidrio del fondo que lindaba con el patio.

En cuanto salió al espacio abierto, la brisa fría tocó el rostro de Victoria y revolvió ligeramente sus cabellos. Por primera vez en horas, sintió alivio. Caminó hacia el centro del patio que ya había visto desde las ventanas, se abrazó para no perder el calor de su cuerpo, respiró profundo y cerró sus ojos.

Paz.

Al menos por un par de minutos.

Anne y Melissa se quedaron cerca de la puerta esperando en silencio y Victoria agradeció que tuvieran ese detalle con ella. Pero habían preguntas que necesitaban respuestas.

Magia y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora