Capítulo 24 - Ocaso

26 0 1
                                    

Magia

Iván esperó un segundo para asegurarse que el localizador apuntaba al lugar correcto. Al otro lado de la puerta de ébano se encontraba Victoria. Un veloz hechizo aflojó la cerradura de la puerta y el mago abrió la puerta esperando encontrar resistencia. Al otro lado había una escena que Iván trató de deducir con cuántos sentidos su cuerpo le permitió: el aroma a desinfectante, la luces blancas, y un frío inusual proveniente de una ventana abierta. Dentro, le esperaba la escena de una masacre.

*****

El asalto a la mansión debía ser esa noche, ese había sido el trato con Bar. Iván fue tan discreto como pudo en su comunicación con los vampiros, pero sentía que Idril sospechaba algo. No era seguro para el mago esa sensación de que Idril sabía eran resultado de la paranoia y el estrés, o si era un indicio genuino de que simplemente Iván había sido otorgado con un tácito beneficio de la duda. Lo único cierto era que Idril agradeció que el trato con el cuál había conseguido una de las tres deudas de hueso faltantes en su colección se limitara a la fabricación de los objetos que el evocador portaba esa noche. Comparado con otros, este intercambio había resultado en una ganga.

—Un brindis —clamó Iván levantando su copa— por una misión exitosa.

—¡Salud! —respondió Idril tomando un sorbo de su copa y examinando el contenido con desagrado.

—¿Qué pasa, no es de tu gusto? —inquirió el arcanista.

—Esto es jugo de uvas, ¿verdad?

—Vino Kosher —aclaró Iván—. No puedo nublar mis sentidos antes de una cacería.

—Oh, oye nada más —vociferó Idril con plena sorna—, hablando como todo un templario.

—Ni de broma —respondió Iván terminando su bebida—. Pero sería tonto de mi parte tratar esto como una de mis expediciones de los 60's.

Idril observó al mago de pies a cabeza tomando nota de toda la indumentaria con la que estaba vestido. Sus zapatos y pantalones de vestir habían sido reemplazados por unas botas de combate y pantalones de cargo. Cada bolsillo del pantalón y del chaleco táctico contenía diferentes reagentes que podían potenciar la efectividad de varios hechizos evocativos. Una capa contenía todas las pociones y pergaminos preparados por ambos magos el último mes. Sería difícil luchar con ella puesta pero en palabras de Iván:

—Solo la tengo para no llamar la atención. Una vez esté en posición, la transmutaré en algo más cómodo.

—Encanto, —comenzó Idril— esa capa hará todo menos hacerte pasar desapercibido. Pasaron de moda hace décadas. Hazme caso y déjame darte algo más... a tu medida.

Un par de movimientos rápidos de mano sobre la capa y la gabardina de la capa fue reemplazada por cuero tachonado. La vestimenta se encogió hasta convertirse en una chaqueta digna de un motociclista. Iván sintió como la superficie de cuero se ajustaba a su piel hasta que en un instante la sensación amainó. El mago hizo un para de movimientos y comprobó que la chaqueta no obstruía ninguno de sus movimientos.

—¿Estás seguro de llevar todo? —preguntó Idril mientras admiraba al evocador con su nuevo atuendo..

Iván hizo una búsqueda rápida de todas las herramientas que había preparado en el último mes. La poción personalizada reposaba en un recipiente de vidrio sobre la mesa de trabajo del taller. A su lado estaban cinco cuchillos de acero con glifos inscritos en la hoja, otro cuchillo de plata reforzado por Idril con una fuerte abjuración, y finalmente una estaca de roble. El mago agradeció internamente que pudo recobrar los objetos perdidos en aquel convento y repararlos para esta ocasión.

Magia y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora