Capítulo 11 - Reflejo

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Magia

El encuentro de la noche anterior había dejado a Iván sumamente agotado. Regresó con el cuerpo del difunto Miguel Arriaga a la iglesia de San Pedro arrastrandolo por el cuello de la sotana. Trató de entregarlo con la mayor discreción posible pero tras 10 minutos de tocar las puertas de la iglesia tuvo que empezar a gritar hasta que alguien lo atendiera.

Fue al menos una hora y media más antes de que un monaguillo llamado Juan aceptara la explicación del mago. El otro templario resultó menos abierto que su antecesor. La ironía de que el joven fuera más conservador que el anciano fue una pequeña distracción que hizo reír a Iván por un segundo.

—Vale, al menos acabaron con todos los de la célula —dijo Juan resignado—. ¿Quedó algo del padre Arriaga que se pueda reutilizar?

Iván tomó un momento para concentrarse y conjuró todos los artículos que había tocado en la cueva antes de teletransportarse de vuelta al pueblo. Una serie de relicarios destruidos y parafernalia de cazador apareció a sus pies. El mago se tomó la libertad de guardar la varilla rastreadora y la estaca de roble con anterioridad, omitiendolos entre los artículos recobrados. Por la mirada de desconfianza que hizo Juan, el mago sintió que él sospechaba algo, aunque Iván luego lo desestimó como un prejuicio de templario.

El monaguillo habló algo sobre un velorio y algo de un entierro el fin de semana pero Iván ya no estaba poniendo atención. Se excusó y se marchó a su habitación en el hostal. Un truco sencillo de prestidigitación había limpiado su ropa de toda sangre y polvo, con lo que pasó desapercibido en recepción. Aún así, tomó una ducha rápida debido a un reflejo involuntario y notó que no había rastro de la cortadura en su cuello.

—¿Qué demonios pasó? —pensaba el mago.

La pulsera que había hecho su mamá estaba diseñada para protegerlo contra hadas y vampiros. La protección era leve pero permanente mientras la usara. Pensándolo bien, fue gracias a esa misma pulsera que Victoria tuvo la idea de que tuvieran algo similar. ¿Tendrá ella algo todavía para recordarlo?

—Solo la llave extra para entrar a la librería —recordó—. Qué bueno que cerré el local con un cerrojo arcano.

La idea de que las sanguijuelas le quitaran la llave a Victoria para entrar a su casa le causó un pequeño escalofrío. Revisó el localizador de William para comprobar que no se había dañado ni movido en lo más mínimo.

Iván tomó su cuaderno para mandarle un mensaje rápido a William.

Gracias por hacerlo resistente

Unas letras se formaron rápidamente para responder, desapareciendo casi tan rápido como aparecieron en el papel.

No tengo la menor idea de que hablas

El mago hizo una pequeña risa que se convirtió en mareo, recordatorio de la sangre perdida. La poca magia curativa que sabía era muy buena para sanar heridas superficiales y detener hemorragias, pero no podía combatir la pérdida de sangre. Esa tendría que volver al ritmo normal.

Iván tomó su cuaderno y escribió otro mensaje en una hoja diferente titulada

IDRIL

Escribió una pregunta sobre el paquete enviado por correo tradicional hace unos días, pero una hoja en blanco fue su única respuesta.

Aprovechó el tiempo de los siguientes días no solo para recuperarse sino también para ir en busca de plantas cercanas que le pudieran servir para pociones. Por desgracia, el clima desértico resultó poco útil para la mayoría de cosas que tenía en mente. Iván se conformó con dos pociones para reaccionar más rápido y una para ayudarlo a dormir mejor. También hizo varias anotaciones en su cuaderno sobre el hechizo que intentó en la cueva para mejorar su efectividad. Creyó haber encontrado la forma de replicar de mejor manera la luz del sol pero aún tenía que encontrar la manera de disminuir la radiación ultravioleta a un nivel que no lo terminara quemando a él en el proceso.

Magia y SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora