Día 1. Hora 9.

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Midoriya se despertó sin la necesidad de su alarma

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Midoriya se despertó sin la necesidad de su alarma. Por supuesto, se quedó remoloneando un poco más en la cama; un lujo del cual no podía gozar desde que comenzó con sus prácticas en la agencia de publicidad. Sus clases universitarias eran siempre en la tarde cerca del anochecer.

Se arrastró como alma en pena desde su cama hasta el baño, y del baño a la cocina. Su madre estaba sorbiendo de una tacita llena de té mientras miraba el noticiero matutino en la televisión.

—Buenos días, cariño —saludó Inko a su hijo—. ¿Cómo dormiste?

La respuesta de Midoriya se pareció más a un gruñido que a un conjunto de palabras coherentes. Inko resopló una risita, entre divertida pero también resignada.

La verdad era que no había dormido en absoluto hasta que salió el sol. E incluso así, solo pudo pegar el ojo durante lapsos intermitentes hasta que se cansó de despertarse cada veinte minutos.

—Puedo preparar unos huevos revueltos para ti, si lo deseas —comentó ella; Midoriya apreciaba que su madre quisiera hacer aquella tortura un poco más soportable—. ¿O prefieres unos hotcakes?

—Descuida, mamá —dijo Izuku sonriendo para tranquilizarla—. Tomaré leche con cereal.

Inko solo asintió. Él se dirigió hasta el refrigerador para sacar su leche de fresa favorita y la caja de cereales azucarados que le gustaba picotear a cualquier hora del día.

Cuando sacudió la caja de los Mighty Charms, se dio con la desagradable sorpresa de que solo le quedaba menos de la mitad.

—Ah, casi no hay cereales... —Una idea maliciosa surcó su mente, por lo que sonrió sin que su madre le viera antes de comenzar a fingir sentirse miserable—. ¡Oh, qué desgracia...! ¡Tendré que ir a la tienda a por más cereal...! ¡En medio de esta pandemia...!

Se llevó una mano a la frente para más dramatismo. Tuvo que morderse la lengua para no sonreír.

—Pero hay que sacrificarse por el bien mayor... —resopló—. Así que todo estará bien, ¡porque yo iré a la tienda...!

Izuku creyó que su brillante plan para huir, por al menos cinco minutos en lo que llegaba al supermercado más cercano, podría haber funcionado hasta que Inko depositó violentamente la taza sobre la mesa.

—De eso ni hablar, jovencito —espetó su madre—. Tenemos bastantes provisiones para los próximos días, y he desarrollado un calendario de salidas obligatorias que debes realizar. Una vez a la semana al supermercado, una a la farmacia solo si es necesario. El resto del tiempo, nos apañamos con lo que quede. Así aprenderemos a organizarnos mejor.

—¡Pero, mamá...! —Izuku rezongó, y no se dio cuenta que casi rebalsaba la leche de fresa de su cuenco—. ¡¿Una sola vez?! ¿Y qué pasa si justo quiero comer tocino y no tenemos tocino...?

Encerrados [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora