Día 2. Hora 6.

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Si Keigo Takami tenía que pasar una hora más sin fumar su preciado cigarrillo mentolado iba a salir con un bate a destrozar alguna estatua de la ciudad

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Si Keigo Takami tenía que pasar una hora más sin fumar su preciado cigarrillo mentolado iba a salir con un bate a destrozar alguna estatua de la ciudad.

Estaba casi al borde del colapso.

Odiaba recordar que su verdadero nombre era Keigo. Desde pequeño le habían apodado Hawks por ser tan salvaje como un halcón de montaña, y para él ese era el único nombre que le representaba.

No sabía por qué se levantó pasadas las seis de la mañana sin necesidad de alarma. Tal vez porque estaba acostumbrado a madrugar por culpa de las sesiones fotográficas que pagaban los impuestos del apartamento, la comida y unas cuantas otras chucherías.

Para su suerte, el haberse convertido en un pequeño influencer local en el InstaShonen de ropa y maquillaje masculino le traía algunos beneficios menores.

Ahora que a causa de un estúpido virus todo estaba en pausa, Hawks podría haber aprovechado para holgazanear hasta el hartazgo. No es como si su trabajo tuviera la posibilidad de operar desde casa... no más que tomar unas cuantas selfies en el espejo y hacer historias sobre cómo cocinaba una estúpida sopa de rábanos como si a alguien le interesara.

A las niñas adolescentes eso les gustaba. Y se lo agradecían con fotos de sus senos en el chat privado de la red social.

Hawks siempre soltaba una risita nerviosa cuando eso sucedía. Hum, ¿cómo les decía...?

—Cariño, tus senos están hermosos —Hawks decía en voz alta y con el teléfono, antes de teclear alguna mentira ingeniosa—. Pero soy gay.

Gay. Sí. Hawks era muy gay.

Gay, gay, gay, gay, gay.

G. A. Y.

A él le gustaba cruzarse guapos muchachones en la discoteca y hacerles ojitos para invitarlos a fugarse al baño antes que seguir recibiendo los senos de virgencitas desconocidas.

Pero ahora no podía fugarse al baño con nadie, ni tampoco podía irse a una discoteca. ¡Ni siquiera era capaz de invitar a alguien para pasar la noche en su cama!

¿Qué seguía? ¿Qué le prohibieran salir a fumar?

Pues y una maldita mierda, pensó mientras se calzaba sus crocs acolchadas por dentro, la chaqueta de cuero que dejó en el perchero de la entrada antes de que la cuarentena comenzara, y unos pantalones grises de chándal que tenían una gigantesca mancha de salsa picante en la entrepierna.

Cenó alitas picantes en su primera noche de cuarentena. Al menos, el servicio a domicilio de alimentos funcionaba todavía. O Hawks podría haber muerto por inanición o un incendio doméstico.

Casi besó las manos del repartidor si no fuera porque un extravagante virus brasileño flotaba en el aire de su país en ese mismo momento.

Ni se molestó en peinar su alborotado cabello rubio ni de cepillar sus dientes. Tampoco se lavó las manos. Eran las malditas seis de la mañana, y Hawks solo quería un estúpido cigarrillo. El cual sacó de la cajetilla y lo depositó detrás de su oreja.

Encerrados [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora