Encerrados [TodoDeku] - BNHA

Día 10. Hora 6.

Hawks no había podido aparecerse el día anterior en la azotea ya que se acabó su caja de cigarros mentolados. Tuvo una especie de ataque de pánico cuando la abrió y encontró más telarañas que la que llevaba cultivando su trasero en cuarentena.

Porque si no tenía cigarros, entonces no tenía excusas para subir a la azotea.

Y si no tenía excusas para subir a la azotea...

Entonces, ¿cómo iba a sabrosearse al guapo y criminal Dabi?

Había separado uno de los nuevos conjuntos de ropa interior —unos bóxers blancos de una tela que se transparentaba de forma suave sobre su piel, con la tira que apretaba la parte baja de su abdomen en color negro y la marca en color gris claro— que jamás llegó a publicitar en su perfil. No es como si él realmente estuviera esperando que ocurriera algo, pero era mejor estar precavido, ¿no?

Pajarito precavido tenía que valer por dos.

O eso era lo que decía su abuelita. Aunque realmente no se lo decía a Hawks, si no a su prima guapa y que tenía muchos hombres por detrás...

Pero Hawks también tenía muchos hombres por detrás, y aquel era verdaderamente un buen consejo, así que iba a tomarlo para su beneficio.

Incluso si su vida sexual hubiera hecho que su abuelita se volviera a ir de esta vida por culpa de otro infarto.

Y como Hawks tenía un pequeño héroe sin capa trabajando para él —cuando terminase la cuarentena, iba a asegurarse de que Tokoyami tuviera un premio acorde a sus hazañas—, ya podía disponer de dos nuevas cajas de cigarros mentolados que debían durarle para varias mañanas en la azotea junto a Dabi.

Nadie se interpondría en su cacería. Ni siquiera una pandemia mundial.

Volvió a escabullirse por las escaleras como lo hacía cada mañana antes de que saliera el sol. Era increíble lo mucho que le gustaba despertarse temprano ahora, y también la forma en que su cuerpo se acostumbraba solo, despertándose ya sin la necesidad de una alarma.

Por supuesto, todo aquello era porque Hawks era solo un pajarillo enjaulado de la cuarentena. En tiempos normales, seguro estaría revolcándose en las sábanas mohosas de algún drogadicto que conoció en el pub.

No necesitaba despertarse a las seis de la mañana como una colegiala enamorada.

De hecho, ahora que lo pensaba, sus actitudes le rememoraban bastante a las épocas de la secundaria —cuando tenía que desvelarse por culpa de Miruko, solo para que ella pudiera cruzarse de forma casual a su crush cuando salía a pasear a su perro.

Cuando llegó hasta la puerta que daba a la azotea, se encontró hiperventilando demasiado fuerte.

—Maldita sea —Hawks gruñó entre fuertes respiraciones. Se llevó una mano al pecho y sintió que tenía el pulso acelerado—. Esta adicción al tabaco me va a matar antes de que pueda recibir otra vez alguna alegría...