Día 5. Hora 6.

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Ah, maldita adicción al tabaco que siempre le despertaba a horas inhumanas para ser saciada

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Ah, maldita adicción al tabaco que siempre le despertaba a horas inhumanas para ser saciada.

. Tenía que ser la adicción al tabaco.

Hawks se quitó las sábanas de encima de una manera casi violenta. Aquella mañana en particular hacía un frío de cagarse que le estaba congelado sus partes nobles —¿por qué había decidido dormir solamente con la ropa interior?—, y se fue tiritando hasta su closet para sacar algún cálido y cómodo conjunto de ropa vieja.

Eran las malditas seis de la mañana, por el amor al virus.

Pero su cuerpo comenzaba a temblar con el anhelo de fumar un cigarrillo. La abstinencia era casi tolerable durante poco más de un día, pero al segundo la cosa se volvía insoportable.

Hawks necesitaba sentir el humo en su sistema respiratorio. Prefería morir feliz con un cigarrillo en la mano, que espera a que el virus de la sopa de mono se lo llevara de una manera poco digna.

Además, no quería amarguras ese día. Era día de pedir alitas picantes al delivery de su restaurant favorito, y nada podía arruinar el día de las alitas picantes.

Ni siquiera su abstinencia al tabaco que le hacía temblar más que cierto país de alta zona sísmica.

Cuando estuvo a punto de salir del apartamento, vio el encendedor azul del extraño junto al suyo color rojo. Un hormigueo le recorrió a lo largo de todas las venas del cuerpo.

¿Qué onda con aquel sujeto? Era guapo, recordaba. Y misterioso, y se veía como la clase de tipo que vendería droga a la salida de una escuela preparatoria a los adolescentes rebeldes.

La clase de chico que tu madre no aprobaría para coquetear. El tipo de chico que te arrastraba a la oscuridad, pero que te prometía un sinfín de cosas a las que no eras capaz de resistirte.

Hawks bufó para alejar esos pensamientos. Era un hombre adulto, ¡maldita sea! Su madre ni siquiera estaba viva como para reprocharle por la clase de pollas extrañas y misteriosas que se dejaba insertar en el cuerpo.

Además, era estúpido pensar en él. Solo era un vecino de su edificio —al cual, era probable, no volvería a ver.

La semana tenía demasiados días, y los días demasiadas horas. No existía la posibilidad de que volviera a cruzar camino con el muchacho de cabello negro.

Aun así, Hawks tomó ambos encendedores y los guardó en el bolsillo de la chaqueta. Tenía que devolvérselo, más ahora que era difícil ir a la tienda por culpa de una maldita adicción.

Podía dejarlo en su esquina para que lo encontrara la próxima vez que fuera a fumar. Ni siquiera necesitaba dejar una nota; y dudaba mucho que los ricachones de aquel edificio robaran un estúpido mechero color azul y de mala calidad.

—Solo es de esas anécdotas excitantes que le contarás a Miruko cuando te llame, y ya está —Hawks suspiró, dejando que una sonrisa aliviada se asentara a lo largo de su rostro—. Solo es un chico buenorro más, y ya está.

Encerrados [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora