Día 12. Hora 2.

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Kaminari terminó de acomodar la última pieza en su obra de arte

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Kaminari terminó de acomodar la última pieza en su obra de arte.

Le había tomado cerca de dieciocho horas, cuarenta y dos minutos, trece segundos. Pero finalmente estaba listo.

—Paulo, al fin tenemos el símbolo de nuestro gran imperio —Kaminari sonrió de manera maníaca, y era probable que sus ojeras se estuvieran resaltando—. Observa...

Alzó ambos brazos en dirección a su ópera prima. Paulo ya no estaba en el centro del techo, sino en un rincón entre el mismo y la pared.

—¡El Trono de Papel! —Hizo una pequeña reverencia—. Y tú, mi fiel compañero... serás mi más fuerte vasallo... cuando yo diga arañarys, tú tendrás que dar un salto y picarles en el ojo.

Paulo no se inmutó. Pero a Kaminari le gustaba imaginar que estaba emocionado en el interior.

El Trono de Papel era básicamente... un trono. Hecho con cerca de doscientos rollos de papel para limpiarse el trasero.

Como esos de las sagas de fantasía épica y sangrienta que a Bakugo tanto le gustaban.

Kaminari sería un rey. Un emperador. Una leyenda.

Tomó una fotografía de su obra finalizada y se la envió por Telemight a Shinsou. Esperaba que no estuviera durmiendo. Aunque, ¿quién dormía apenas a las dos de la madrugada...?

Kaminari tironeó de una de sus sábanas de Pikachu —que eran azules y tenían a muchos de ellos por toda la superficie—, y se la ató a la altura del cuello como si fuera una capa.

Recuperó una vieja corona hecha con cartón del All Might King —esa cadena de hamburguesas que competía contra MightDonalds.

Dio un pequeño desfile a través de su habitación, agitando la mano de lado a lado como lo hacía la reina de Inglaterra. Sonreía a su público imaginario: un montón de personas llorosas, agradeciéndole por ser tan humilde de compartir su papel higiénico con el mundo.

—Soy un dios generoso —dijo Kaminari mientras fingía secarse una lágrima—. Habrá papel higiénico para todos y cada uno de vosotros.

Continuó con su pequeño desfile, pero dio un traspié por culpa de una zapatilla que tenía tirada por allí. Hizo como si nada hubiera pasado. Continuó sonriendo.

Una vez que estuvo a punto de apoyar su trasero en el trono, y así decretar el inicio de su gran reinado, sintió un pitido como si acabara de entrarle una notificación.

—¡Oh! ¡Es Shinsou! —Kaminari exclamó con ojos desprendiendo estrellas y una sonrisa sincera—. ¡Seguro le encantó mi trono...! Podría construir incluso uno para él.

Dio un salto fuera del cuadrilátero de su trono. La corona salió volando en el proceso y se perdió en alguna de las tantas montañas de cachivaches que tenía en su dormitorio. Podría haber terminado junto a la ropa sucia con un nivel de toxicidad más alto que Chernobyl, o tal vez con la pila de cuadernos de la universidad que llevaba varios días fingiendo utilizar.

Encerrados [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora