Encerrados [TodoDeku] - BNHA

Día 12. Hora 6.

Una brisa helada le recorrió las piernas desnudas y entró por sus partes nobles por debajo de la bata.

¿Cómo es que Hawks había aceptado aquella locura?

Ah, sí. No estaba pensando realmente con su cabeza de arriba, sino con la que traía entre las piernas.

Así que allí estaba. Todavía no daban las seis de la mañana —el sol no parecía que fuera a salir pronto—, con apenas una corta bata blanca tapando su cuerpo desnudo en ropa interior cara y congelándose hasta los huesos.

A Dabi no parecía molestarle mucho el frío. Claro, él tenía su chaqueta negra y pantalones largos. No temblaba como si fuera un adolescente a punto de perder la virginidad.

—¿P-podrías apresurarte? —Los dientes de Hawks castañearon—. ¡Me va a dar una hipotermia por todo esto!

—Estoy acomodando los reflectores —respondió Dabi con seriedad. Hawks había subido uno de sus reflectores caseros para selfies, y Dabi se estaba tomando muy a pecho el trabajo de ubicarlos alrededor de una reposera—. No hay luz natural, así que tendremos que apañarnos con luz artificial, pero sin perder el cielo oscuro de fondo...

Hawks se abrazó a sí mismo. Ya casi no sentía las manos, así que se limitó a asentir temblorosamente mientras trataba de controlar sus dientes chocando entre sí.

Lo que estaba a punto de pasar era insólito y absurdo. ¡Hawks ni siquiera necesitaba que le tomaran algunas fotos en ropa interior! No es como si alguien fuera a pagarle, ya que todas las marcas se encontraban arruinadas económicamente.

Además, tampoco necesitaba que alguien le tomara fotos. Para algo tenía un precioso y muy grande espejo con algunos foquillos en el marco como los que utilizaban los maquilladores. Los fanáticos enloquecían más si tenían de fondo la imagen de su cama desordenada reflejada en el espejo.

Hawks nunca había hecho una sesión de fotos casera, a menos que las que Miruko le tomaba contaran de algo. Él estaba acostumbrado a las grandes luces de los estudios, los grandes sets de fondo blanco con sillones de época, o las habitaciones donde lo aceitaban entero para abrazarse lascivamente a la modelo guapa de turno.

Ahora tenía al chico malo más sexy del planeta observándole el cien por ciento del tiempo. Eligiendo sus mejores ángulos, apuntando a los puntos más sensuales de Hawks sin ningún pudor.

Jamás, ni en diez mil millones de siglos y universos, Hawks hubiera imaginado que tendría un momento tan erótico en su cuarentena.

Lo máximo que pensó que tendría serían unas cuantas nudes de alguno de sus amantes de una noche y una cita con su propia mano. Pero, ¿esto?

Era casi orgásmico incluso si Dabi no le tocaba ni con la yema de su dedo. No lo necesitaba. La mente perversa de Hawks podía hacer todo el trabajo.