Día 3. Hora 10.

4.7K 732 518
                                    

Jirou Kyoka rasgó la última cuerda de su guitarra, y con ello terminó así de tocar la canción que estaba componiendo en sus días de encierro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jirou Kyoka rasgó la última cuerda de su guitarra, y con ello terminó así de tocar la canción que estaba componiendo en sus días de encierro.

El corazón le latió contra las costillas mientras esperaba respuestas de su diminuto público. Si es que acaso podía llamar público a Kaminari Denki a través de una videollamada.

Cerró los ojos con un poco de miedo. Sin embargo, este se desvaneció en cuanto escuchó los chillidos y aplausos que salían del altoparlante de su teléfono que le hicieron rodar los ojos.

¡Bravísimo! ¡Diosa! —exclamó Kaminari, que podía ver en la pantalla se encontraba todavía recostado en su cama con sábanas de naves espaciales—. Yas, queen!

—Cállate, maldita sea —Jirou agitó las manos delante de la pantalla. Estaba totalmente avergonzada de las payasadas del muchacho—. ¿De dónde inventas tantas estupideces...?

Ella apoyó el teléfono contra una maceta que servía del centro de una mesa de cristal que decoraba el balcón del apartamento compartido con sus padres, mientras que con la otra depositó la guitarra sobre uno de los mullidos sillones de mimbre y almohadón. Dejó allí a Kaminari con su palabrerío idiota mientras Jirou recargaba la cabeza sobre sus brazos descansando en el barandal.

Dejó que el viento le despeinara los cabellos cortos y oscuros. Su edificio era el penúltimo del bloque —el que correspondía a la letra G—, y su vista delantera era a un vasto parque tan verde que podía fingir que pertenecía a una vieja leyenda irlandesa.

Ah, Jirou cómo lo extrañaba. ¡Poder escapar en medio de la noche para escribir sus canciones bajo las lúgubres farolas entre los árboles, respirar el aire puro del pulmón verde de la ciudad...!

Si bien ella no era una persona que se desesperase por salir al mundo externo, al tercer día del aislamiento social a causa del virus comenzaba a sentirse insoportable.

Puede que fuera el hecho de no ser dueña de sus actos lo que la estaba torturando.

¿Hooooola? —Kaminari balbuceaba a sus espaldas desde el teléfono—. ¿Voy a tener que seguir viéndote hacer la mirada profunda y melancólica de protagonista shoujo...?

Ella chasqueó la lengua al recordar que Denki seguía allí. No del todo, ya que era solo una pantalla. Pero estaba... de alguna manera.

—Todo es absolutamente tu culpa —dijo ella tras alzar el mentón, ofendida—. Si no fueses un zalamero mentiroso, no me harías sentir avergonzado.

Yo no pedí nacer Kyokiter —se excusó Kaminari—. ¡Ser Kyokiter no es un pasatiempo, es un estilo de vida!

—¡Ya para! —Kyoka se tapó los oídos porque ya no podía escucharlo—. ¡Me voy a morir de la vergüenza ajena...!

¡Vamos, Jirou! —continuó su amigo de cabellera rubia—. ¿Y cómo le harás cuando tengas una horda de fanáticos que gritan por ti, lloran en tu nombre, te dedican las pa-...?

Encerrados [TodoDeku] - BNHADonde viven las historias. Descúbrelo ahora