Encerrados [TodoDeku] - BNHA

Día 3. Hora 21.

Ochako

IIDA! LLÁMAME DE INMEDIATO!

Ochako

EMERGENCIA SANITARIA EN EL EDIFICIO

Uraraka Ochako ni siquiera tuvo que esperar un minuto y treinta segundos hasta que el mismo comenzó a timbrar con la fuerza de Saitamight, el protagonista de One Punch Shonen.

Ella inspiró aire profundamente antes de responder con parsimonia y serenidad. Una sonrisa le recorrió las mejillas regordetas.

—¡Iida-kun! ¿Cómo estás? —preguntó ella como si no fuese más que una simple charla casual con un viejo amigo de la escuela—. ¿Cómo está Fuyumi...?

La voz de Iida salió en un grito tan desesperado que ella tuvo que alejarse del aparato para no perder la audición.

—¡URARAKA! —Iida exclamó con la voz potente—. ¡¿Qué ha pasado?! ¡¿Se dio un caso positivo en tu edificio?! ¡¿Tuviste contacto con alguna contagiado en tu práctica...?! ¿Volviste a comprar de ese carrito de hamburguesas que fabrica su comida con animales de dudosa procedencia? ¡Quédate en dónde estás ahora mismo y no tomes frío! ¡Yo llamaré a emergencias por ti...!

Uraraka dio un salto por el susto que le provocó tanta intensidad. Ella negó con las manos, pese a que luego se dio cuenta que Iida Tenya realmente no podía verla.

—Iida-kun, espera...

—¡Si te han contagiado, debemos actuar ahora mismo! —continuó el muchacho a viva voz. Parecía importarle muy poco que ya era casi entrada la noche y vivía en un maldito edificio—. ¡Tú gozas de buena salud, así que es probable que nada te ocurra! ¡Pero no quiero relajarme solo por ello! ¡No puedo permitir que dañen a las personas que quiero! ¡Debo hablar con emergencias ahora mismo...!

Se ruborizó ligeramente al escucharlo. Debía detenerlo antes de que alguien los denunciara, pero ya por sonidos histéricos en lugar de por portar el extraño virus.

—¡Iida-kun...! ¡Ya cálmate! —chilló ella—. ¡Por lo único por lo que van a tener que internarme ahora es por sordera!

Aquello no pareció relajar a Iida, pero su voz bajó al menos tres decibeles. La tenía ronca por haber estado gritando tantos segundos seguidos. Solo se limitó a carraspear con incomodidad, fingiendo que estaba recuperando la compostura.

—Uraraka, si estuviste en contacto con...

—Ni siquiera me toca trabajar hoy —gruñó ella—. Solo cubro algunos turnos como asistente durante tres días a la semana. No soy profesional, lo sabes.

—Pero eres una excelente enfermera pese a eso —continuó Iida, su amigo de gafas y siempre tan recto. Casi podía imaginárselo sentado en la silla de su escritorio y acomodando el marco de las gafas—. Arriesgas tu vida por todos nosotros. ¡Así que alguien debe preocuparse por ti...!