—¿Está seguro, comandante? — pregunta uno de los ángeles a Luzbel.
—No tengo duda alguna, nosotros somos los que mandan en este mundo, no ellos. ¿Vamos a dejar que se tomen la atribución de venir a nuestras tierras y entrar como si fueran suyas? ¿Vamos a quedarnos con los brazos cruzados cuando vienen y matan a los nuestros?
—¡No! — responden todos los guerreros a excepción de los arcángeles.
—No, no lo vamos a dejar pasar — continua Luzbel —, esto acaba ahora, hemos permitido que vengan aquí y nos ataquen, que vengan a nuestro hogar y aún tengan el descaro de intentar atacar a nuestro padre. ¿Lo vamos a permitir?
—¡No! — repiten igual de enfurecidos.
—Iremos — determina mirándolos a todos —, vamos a enseñarles con quienes se metieron.
Una vez terminado el discurso motivacional, Miguel da unos pasos y gira hasta quedar frente a frente con todos.
—Vayan por sus armamentos, salimos en diez minutos — ordena y al instante se dispersan todos siguiendo las órdenes del arcángel.
Únicamente nos quedamos ocho, e instintivamente nos reunimos en un círculo.
—¿Algún plan en específico? — pregunta Miguel.
—No hay plan — responde Luzbel.
—Yo tengo una idea — habla Abaddon —, podemos entrar a un lugar específico del abismo. Uno donde le quitamos ventaja a ellos. Llegaremos ahí, pero necesitaremos que alguien llame la atención de Lilith y los demás.
—¿Un cebo?
—En efecto.
—¿Quién supones que haga eso?
Abaddon se voltea a mirarme y me resigno al instante. Yo seré el cebo.
—Bien, me parece buena idea — acepta Luzbel y termino de resignarme.
—Está bien — acepto sin alternativa —, entonces vamos al abismo y y llamo su atención.
—¿Alguien dijo abismo? — pregunta una voz externa a los presentes.
Volteo a mirar en busca del responsable y me topo con Raguel.
—¿Qué estás haciendo aquí? — pregunto sorprendida pues tenía demasiado de no verlo.
—¿Me extrañaron? — pregunta abrazándome.
—Ni siquiera notamos que estabas fuera — responde Gabriel y comenzamos a reírnos.
—Tenía la esperanza de un "nos hiciste tanta falta...", pero vamos, quién tendría esperanzas en un caso perdido.
—Solo bromeaba.
—¿Qué hacemos aquí? — pregunta formando parte del círculo ahora.
—Atacaremos el abismo — responde Luzbel con naturalidad.
—¿Van a qué? Pero, ¿por qué?
—Alguien no ha sabido de los últimos ataques directos que hemos sufrido por su parte. Además Uriel robó a mi hijo.
—¿No era su hijo?
—Es mío.
—De acuerdo, no interferiré en ello.
—¿Entrarás? — pregunta Miguel.
—¿A una guerra? ¿Un acto injustificado que no deberíamos de hacer? Sí, me agrada.
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Edén
Paranormal|Quinta parte de la obra "Luzbel"| La victoria del Apocalipsis fue justa, la guerra se ganó, pero, ¿cuánto se perdió a cambio? Un nueva era inicia, el mundo vuelve a levantarse, recuperando su inicial equilibrio. El cielo castiga a los culpables. T...