Encuentro

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Eran la 1 de la mañana ya y la chica aún no sabía nada de su abuela.
Estaba sentada en la sala de espera en las bancas azules de plástico donde era la única.

Habían muy pocas personas en el lugar y la mayoría eran o médicos o enfermeras.

Ella estaba sentada con sus dos rodillas al pecho y con los ojos rojos y secos de tanto llorar. a un costado estaba su mochila.

No había sabido nada desde que su abuela cruzó la puerta.
Eran 2 puertas que se habrían hacia los lados y daban a muchas salas con quirófanos.

Habían pasado 1, 2, 3 horas ya y no habían novedades.

En eso se abrieron esas 2 puertas y salió por allí una enfermera con un tablero lleno de papeles.

Elisa trató de ponerse de pie rápidamente pero su pierna derecha estaba entumecida y le costó un poquito.

Mientras ella avanzaba hacia la enfermera con desesperación esta la llamó

-Elisa Damon?- dijo con una voz firme con ciertos matices de tristeza en su rostro.
-Soy yo! Soy yo - dijo la ya mencionada chica ya frente a la enfermera.
-El doctor Scott quiere hablar con usted, por aquí porfavor- dijo abriendo un lado de la puerta con su brazo para que la joven pasase.

Ella entró temerosa de lo que podía pasar. Pasó su vista nerviosamente por los otros quirófanos a lo largo del infinito pasillo. Algunos vacíos, otros con la puerta cerrada y en algunos habían médicos dentro descansando o limpiando sus utensilios.
Trató de distraerse un poco viendo a los médicos que aún quedaban en el hospital para no enfocarse en lo que le esperaba.
En eso la enfermera cambió de rumbo hacia la izquierda y se paró en una puerta.
-Por aqui porfavor-
En eso giró la perilla de la puerta dejando al descubierto la cruda realidad.
Habían varios médicos detrás de un vidrio grande, donde se realizó la operación, que limpiaban los objetos que habían utilizado y se preparaban para irse con una mirada triste.
Antes de que pudiese ver esa escena el doctor Scott se puso delante de la chica y la condujo hacia una puerta que estaba frente a la que conducía adentro del cristal. Dentro había como una pequeña oficina que solo tenía un escritorio y 2 gabinetes llenos de papeles.
Sobre la mesa habían un par de hojas llenas de textos y un lapicero.
Con un gesto de manos el doctor le indicó que se sentara en una silla frente al escritorio y él se sentó en una silla más grande del otro lado.
Cuando estaban frente a frente Elisa recién reparó en el aspecto del médico.
Llevaba la vestimenta obligatoria para el quirófano acompañados de unos guantes, unas gafas que cubrían todos sus ojos para protegerlos y una mascarilla.
Cuando ambos estuvieron sentados el doctor Scott comenzó a retirarse estos accesorios y la gorrita verde que vigilaba que ningún cabello suyo cayera en algún lado durante la operación.
-Señorita Elizabeth, es un gran dolor para mí tener que decirle esto pero...-
La chica miraba fijamente al doctor sabiendo que podía pasar en ese momento esperando aún esperanzada una respuesta positiva.
No le importó que dijese mal su nombre, solo quería escuchar que su abuelita estaba bien y que pronto se iba a mejorar.
-La señora Victoria de las rosas llegó al quirófano con los pulmones llenos de sangre, tratamos de liberar la sangre pero no se pudo. Esto causó una falla cardiaca y...-
La mirada de ambos cambió, el rostro de la chica demostraba como su estado de ánimo hiba en decadencia y el doctor estaba muy nervioso y apenado, no quería revelarle un hecho tan deprimente a alguien tan joven.
-Ella ya no está entre nosotros- finalizó
Elisa solo pudo atinar a llorar en silencio.
-Tienes algún otro familiar que pueda cuidar de ti?- preguntó
Ella negó con la cabeza y la mirada en el piso.
-Eres mayor de edad?-
Asintió
-lo siento mucho... Por el momento voy a tener que pedirte que regreses a tu hogar mientras hago los trámites ok?- hizo una pausa breve- voy a llamar a una ambulancia para que te lleve allá, si quieres claro-
Ella volvió a asentir de la misma manera.
El doctor levantó un teléfono sobre la mesa, marcó un par de números y comenzó a hablar a un chofer de ambulancia.
Las lágrimas caían y caían del rostro de la pobre chica.
Entonces el médico colgó y le pidió a una enfermera que la llevase abajo y se despidió de ella.
Ambas recorrieron el hospital ,no sin antes pasar por la mochila de la chica, hasta la planta baja donde había una única ambulancia que esperaba a la chica.
Subió al igual que la última vez y se dirigieron a su casa.
Una vez allí ella bajó del vehículo, agradeció al chofer y subió a toda velocidad a su casa.
Ya no habían policías dentro asi que estaba más tranquila.
Cerró la puerta, tiró su mochila y cayó al suelo a llorar.
Pasó una hora más y cansada ya de todo y sin nada más que perder decidió que ya era hora de acabar con todo ese dolor.
Fue a su cuarto donde tenía un par de navajas y sacó la última que le quedaba en su cajón.
Sacó del cuarto de su abuelo que también se había convertido en un ángel tal como le dijo su abuelita una botella de alcohol que había traído en uno de sus viajes.
Con esos objetos avanzó hacia la cocina y sacó un gran cuchillo del cajón de cubiertos.
En el camino a su cuarto fué tomando un par de tragos de la botella .

Cuando estuvo allí se echó en su cama con lágrimas en los ojos y tomó un largo y gran sorbo del trago. Depositó la botella en el suelo y procedió a acabar con su vida.
Agarró la navaja y comenzó un corte de profundidad regular desde su muñeca hasta su codo. La piel inmediatamente se comenzó a inundar de sangre. Hizo lo mismo con el otro brazo.
3am
A penas terminó con eso, procedió a levantar el cuchillo con sus manos temblorosas y llenas de sangre sobre su pecho, cuando hubiese perdido suficiente sangre sus brazos dejarían de tener fuerza y el cuchillo caería y la mataría instantáneamente.
La hora llegó y el cuchillo cayó

Pero algo pasó.

La habitación se puso por unos segundos como en blanco y negro ante los ojos de la chica y luego el cuchillo cayó fuera de la cama en el piso.
-Fallé?- dijo extrañada
Entonces sintió un peso sobre su torso para abajo y frente a ella apareció un rostro muy claro, adornado de un ojo verde y un ojo azul. Su cabeza estaba cubierta por una capucha negra que dejaba ver un par de cabellos blancos que sobresalían, habían también en ese bello paisaje 2 cejas delgadas  y unos labios no muy rojizos de mediano tamaño.Sin duda era el rostro de un chico.
Esos 2 orbes la miraban fijamente .
Ella miró a sus costados y vió los brazos de esa figura misteriosa, largos y blancos cubiertos hasta la muñeca cubiertos por una tela negra con manos mucho más grandes que las suyas apoyadas sobre la cama.
En eso volvió a mirar el rostro con sus dulces ojos castaños y lo que aparentemente había impedido la muerte de la chica habló.
-Se puede saber que rayos haces?-

Hola soy la muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora