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Eran ya días que se habían vuelto el blanco de las burlas de Kentin. Sucrette actuaba tranquila, parecía no importarle pero para Nathaniel, el seguía en las mismas conduciones y más aún al estar peleado con su novio.
Todo parecía un jodidio círculo vicioso, estaba ya cansado de todo eso. Estaba muriendo en vida.
Y Castiel... Castiel ni parecía enterarse de todo, Nathaniel no pudo evitar pensar en algo. ¿Y si ya no le importaba a su novio? ¿Y si él ya no lo quería? Tenía muchas dudas.
El pelirrojo por su parte, ya no estaba molesto con su novio, a decir verdad estaba avergonzado. El sabía que no debió comportarse así, quería disculparse pero, ¿qué pasaba si iba a casa de su rubia y este no lo quería ni mirar? Se le rompería el corazón.
Un día más en este infierno.
Ambos se miraban.
Querían acercarse y decirse cuanto lo sentían, quería que el otro le perdonará y abrazarse frente a todos pero sabían que no podían hacer eso. Aunque, ¿ya de que servía mantener el secreto? Nathaniel ya era molestado.
Castiel se puso a pesar un poco en eso,¿pero que carajos estaba haciendo? El no salía con Nathaniel para que no notarán su existencia y estuviera sano y a salvo, pero Nathaniel ya no lo estaba. Estaba manteniendo todo esto en vano.
—¡Y aquí estamos otra vez! ¡La mariquita y su amiga la machona! —Kentin volvió armar su espectáculo del día, cosa que no parecía aburrir a nadie. Odiaba ver como todo el mundo le encantaba la pena ajena.
Castiel ya estaba hasta la coronilla, esta no era la primera vez que veía como molestaban a Nathaniel, pero quería que fuera la última, no quería que nadie más volviera a tocar a su novio.
No más.
Decidido, se levantó de su puesto y habló.
—Oye t-...—alguien grito aún más alto que el pelirrojo.
—¡Oye tu maldito imbécil! ¡Cierra tu puta y asquerosa boca!
Castiel se quedó con las palabras en la boca, alguien más había callado a Kentin y se había puesto delante de Nathaniel y Sucrette. Su apariencia intimidaba, parecía dispuesto a darle un golpe al otro en cualquier momento.
Era el chico de su clase de historia.
Armin.
Kentin chasqueo la lengua y al parecer prefirió ahorrarse problemas.
—Adiós, mariquita —sin más salió de allí.
Castiel observó como Armin se acercó a Nathaniel, parecía preocupado. Los celos hicieron acto de presencia, quería ir y ver que demonios estaba pasando con su novio, ¿por qué carajos él lo defendía? ¿Por qué SU novio estaba hablando con alguien que no conocía?
Después hablaría con Nathaniel.
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—Gracias por defendernos...
—Tranquilo...—Armin sonrió, de las pocas veces que había visto a ese chico, debía admitir que su sonrisa era muy hermosa—. Quería hacer lo que tu novio al parecer no podía.