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—Que lindos se ven juntos, Nathaniel —la castaña le miraba llena de felicidad, en serio esta feliz por su mejor amigo

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—Que lindos se ven juntos, Nathaniel —la castaña le miraba llena de felicidad, en serio esta feliz por su mejor amigo. Hace un rato les había visto de la mano en receso y no pudo más soltando un gritillo.

El rubio ahora estaba con ella en la cafetería tomando unos batidos deliciosos, aunque todo sabía mejor con un toque de alegría extrema.

—No es para tanto, Su —¡Era mucho más! Mentía si decía que no le había encontrado estos últimos días mostrando su relación en público y pudiendo hacer todo lo que tanto añoraba antes.

Todo era tan lindo, brilloso y tan perfecto pero como siempre, algo tenía que salir mal.

Todo lo que una vez fue alegría se esfumó como si nunca hubiera pasado al ver quién se acercaba, miró a los lados y una parte de él quedó en paz al darse cuenta que su novio no estaba ahí, aunque otra entró en pánico al saber que no estaba ahí para confrontarlo.

—¡Ey...! Pero que tenemos aquí, es la machona y su amigo gay, o debería decir "amiga" —ahí venia Kentin caminando como siempre de una manera segura como si él no hubiera ningún sólo fallo, aunque hasta él mismo sabía que no era así.

Ambos se miraron y Sucrette ya cansada de estos acosos constantes del castaño se puso de pie mirándole amenazante.

—Ya largate de aquí, idiota —una pequeña parte del comedor les miró, por lo menos las palabras aún no habían llegado a un tono más fuerte como para que todo el lugar se enterara.

Nathaniel se puso de pie solamente para tomar el brazo de Sucrette e ignorar como siempre a ese patán.

—No merece la pena, por favor vámonos.

—Veo que los homosexuales son tan cobardes —sonrió descaradamente—. Por qué mejor no se van al carajo a morirse hijos de-...

—Oh no.

Nathaniel de inmediato quedó estático por lo que pasó, esto no era nada bueno

La cabellera ligeramente ondulada se movió imponente con el brusco movimiento que acababa de hacer, sus ojos demostraban tal ira del cual se debía temer, no era por mera broma. Ya había aguantado tanto todo eso que simplemente actuó por impulso bajo la mirada de todo el mundo.

Sucrette le había tirado el contenido del vaso a Kentin en toda la cara.

Kentin cerró sus ojos por reflejo al sentir la bebida fría impactarle sobre el rostro, unos cuantos hielos le dieron sobre la piel lo cual le había enfurecido. Lo habían avergonzado frente a todo el comedor, porque sí, ya no eran sólo unos cuantos que miraban la escena, sino todos ahí incluso la dama que se encargaba de la venta de alimentos del lugar quien miraba atónita todo lo que estaba ocurriendo.

Miró a la chica enojado tanto que los ojos verdosos se incrustaron en ella como un cuchillo filoso y aunque no era su "estilo" agredir al sexo opuesto, levantó la mano en claro aviso de que toma a impulso para pegarle un puñetazo a la culpable de su vergüenza.

Cerró los ojos aterrada, todo la adrenalina del momento que la impulso a aventar el contenido de su vaso contra el bravucón había desaparecido, ya casi podía sentir el dolor del puñetazo próximo.

Por su parte Castiel entró al comedor pausadamente sin acelerar el ritmo ni un momento, el inusual silencio en el comedor que reinaba ahora no era algo normal, era un silencio e intenso, casi agrio y lleno de curiosidad. Algo no andaba bien.

Entró fijando su mirada al instante en el centro de la atención de todos, sin entender nada observó a su novio y a la castaña, casi al instante notó la presencia de la otra persona frente a ellos que reconocía como Kentin el cual estaba a punto de golpear a la chica delante de él.

Inmediatamente aceleró el paso para tratar de detener el acto, sin embargo, debido a que él estaba en la entrada y ellos casi al otro lado del comedor no llegaría ni para mirar el golpe en primera plana.

Sucrette seguía con los ojos cerrados presa del pánico esperando un golpe que nunca llegó, llegando a escucharse sólo un golpe sólido.

Todos quedaron aún más callados de ser posible, nadie se movía incluso se podría llegar a decir que nadie respiraba de la sorpresa del momento.

Un silencio sepulcral, muerto y frío, frío al punto de parecer que el momento se había congelado.

La mano le dolía, sus nudillos estaban completamente rojos, del mismo tono de la mejilla impactada por ella. Nunca había dado un sólo golpe en su vida y odia todo lo que tenga que ver con la agresión pero golpearlo se había sentido tan bien y tranquilizador, tal vez fue por la conmoción del momento, tal vez por el miedo o un impulso de proteger a su amiga.

—Na-Nathaniel... —la castaña asombrada susurro su nombre, quiso sonreír pero de inmediato borró su sonrisa.

Oh mierda...

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𝙱𝚊𝚍 𝙶𝚞𝚢   ||Castiel x Nathaniel||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora