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Nathaniel estaba tan feliz, la sonrisa radiante en su rostro era prueba injustificable de ello, sentía su corazón rebosante de alegra inmensa.
Entro tranquilamente por las puertas del instituto saludando a todos en su alrededor o por lo menos con quienes tenia una amistad, traía tan buen humor que nada ni nadie podría cambiarlo. ¡Iba a morir de felicidad en cualquier momento!
Camino casi a un paso que parecía ir bailando fue en dirección a su casillero, al abrir la puerta metálica del frio compartimento cayó una nota, la típica nota que ya estaba acostumbrado a recibir.
Kentin parece más un admirador secreto a este ritmo, pensó riendo por su propio chiste y abrió la nota. Les mentiría si les dijera que no se sintió mal al ver que la caligrafía de la nota no era sólo de una sola persona, si no de unas cuatro o más personas. Se sintió incluso incómodo por los errores gramaticales, si van a insultar por lo menos háganlo bien. Terminando de salir de sus pensamientos guardo la nota en uno de los bolsillos de su pantalón.
—¿Qué pasa bebé? —unas manos en su cintura lo hicieron sobre saltarse en su lugar, su mente se nublo y se asusto de que otros los vieran pero entonces recordó.
Ya no había nada que temer...
—Nada —se dio vuelta para abrazarlo y beso los labios de su novio, un pequeño roce pues, aun no se atrevía a besarle de forma intima.
En un raro movimiento observo a Castiel agacharse, doblando sus rodillas para agacharse mejor le vio recoger algo del piso, después este comenzó a levantarse lentamente mirando lo que según Nathaniel había guardado en sus bolsillos.
—¿Qué es esto? —una vez Nathaniel vio lo que el pelirrojo tenia en las manos se alarmó, lo vio desdoblar y mientras leía sus cejas medio fruncidas mostrando confusión pasaron a estar completamente fruncidas demostrando una sola cosa, enfado.— Nathaniel... ¿Qué es esto? ¿Hace cuanto?
—Castiel, cielo... no importa, solo es un papel mal escrito
—Nathaniel, por favor... —hizo una pausa saltando el papel de sus manos, dejándolo caer al suelo. En ese momento tomo sus mejillas y de verdad lo miro preocupado— ¿Hace cuanto estás recibiendo esto? —volvió a preguntar.
Nathaniel dudo unos segundos.
— ¿Semanas? Si, no... quizás, ¿meses? —respondió intranquilo bajando su rostro nervioso—. Ya sabes, hay gente a la que le doy asco.
—Amor —Castiel miro alrededor observando a muchos de los chicos mirándolos curiosos otros hasta sorprendidos. Castiel beso la frente de su novio sin importarle nada.— ¿Quién...?
—Eso no impo-...
—Por favor, Nathaniel... —lo interrumpió para evitar que el rubio dijese alguna excusa, nuevamente miro esos hermosos ojos color ámbar que lo tenían tan enamorado. No quería que su novio sintiera que todo lo que le estaba pasando no era nada—. Sólo dime.
Nathaniel no quería, sentía que no debía pero al mirar los ojos de su amante verlo con tanta preocupación se doblegó. Si bien no quería armar una pelea ni que su novio se metiera en problemas tampoco quería mentirle más.
—Kentin...
Eso bastó para que Castiel lo abrazara fuertemente acunándolo en sus brazos de manera sobreprotectora. Lejos de cualquier cosa que Nathaniel hubiera imaginado, el pelirrojo no reacciono de la manera en que el creía, totalmente conmovido por la acción de éste se dejo envolver por los brazos de su amante perdiéndose en su calidez.
El pelirrojo acarició lentamente el suave cabello rubio de su novio mientras levantaba su mirada hacia la puerta del instituto, esto no se iba a quedar así.
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—Amor, recuerdas que una vez te pregunté si algún día me dejarías por alguien más
—Si... ¿Qué pasa con eso?
—Me dijiste "Si lo hago probablemente no vaya a nacer nunca" ¿a qué te referías?
El pelirrojo abrazo por la espalda a su bello amante dejándole un beso en su espalda desnuda.
—Me refería que yo sólo nací para estar contigo, no con alguien más. Yo fui creado para amarte...
