💎 Bizarre meeting 💣

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Kira Yoshikage se consideraba a si mismo un ciudadano responsable con una vida tranquila; con 33 años, llevaba un trabajo estable de oficinista bien pagado, con el que no le faltaba nada para subsistir. Súmale el hecho, de que no tenía problemas usualmente para encubrir sus crímenes, o se descubrieran las manos de aquellas mujeres que fueron explotadas por su stand.

Su vida estaba bien, dentro de su punto de vista. Para ser como es, realmente estaba agradecido con lo pacífica que tenía su existencia. Más aún teniendo en cuenta que protegía la estabilidad de la misma teniendo que cometer una que otra muerte de aquí por allá, cuidando su identidad en todo momento.

Anteriormente, aquel proceso de eliminar evidencias solía ser algo que le causaba una ansiedad terrible, pero una bendición dada por una flecha dorada, le brindo el mejor stand que pudiera encargarse de aquel proceso casi sin problemas. “Killer Queen”, así le llamo, habiendo escuchado una canción de un buen grupo, que aunque no conocía de nada, le gustó la canción, y no vió porque no llamar a su mejor arma como algo que le gustó tanto.

Quitando eso, no había mucho que decir de él; su fetichismo por las manos no tenía demasiado transfondo, en realidad, y no era como si tuviera planeado a futuro tener una relación, o ascender de puesto en el trabajo. Si no hablábamos de su stand, o su vida personal, no podemos saber mucho de Yoshikage Kira.

Sus gustos eran muy secretos, lo de las manos era algo que podías intuir en la primera vez que lo conoces, pero fuera de eso, ¿Que sabrías que más le gusta?, ¿O qué es lo más le disgusta?. Así de plano se consideraba, pero no le daba demasiada importancia al asunto en general, siendo que aquello era muy normal en su persona.

Aún sabiendo que podía considerarse a si mismo aburrido, pudo encontrar con que entretenerse en Morioh, su ciudad a la cual había regresado. Desde hace un año vivía ahí, hacía un año que cometía sus delitos y mantenía su vida laboral estable.

En ese año, cuando fue a realizar las compras, pudo encontrar las manos más suaves y lindas que alguna vez pudo imaginar. Las uñas bien cuidadas, junto a aquella piel blanca, sin quemaduras del sol impregnadas en ella, le hicieron caer en un trance la primera vez que las vio y tocó por mera casualidad.

Lo único malo de aquello, es que no eran de mujer. Las manos más perfectas que pudo haber encontrado, pertenencian a un estudiante de último año en secundaria, de 15 años, cuyos ojos azules eran tan calmados y bastos como el mismo oceano, con unas hebras violetas peinadas en un Pompadour tan cuidado que parecía simplemente que venía perfecto desde el nacimiento; aunque eso fuera lo más resaltante del dueño de aquellas manos más ansiadas en sus más depravados sueños, era su sonrisa la que atrapó sus ojos al instante, pues le transmitía bastante calma.

No tenía el valor de hablarle, porque se vería raro que un adulto de 32 hablará con uno de 15 de forma repentina, y por ende, se conformaba con sentir el roce entre sus manos cada que el estudiante se subía al bus para ir a la escuela, procurando siempre estar cambiando de lado para que el mismo adolescente no sospechará de él, también de esos pequeños momentos dónde tenía la oportunidad de estar detrás de el chico, tomar su mano suavemente, y sentir su suavidad mejor por medio de caricias no notorias en la fila de las cajas del supermercado.

Eran momentos sencillos, pero le bastaban a él; le gustaría simplemente poder agarrarlo de sorpresa en algún callejón y robarle sus bellas manos sin su permiso, pero aquella sonrisa amena en su rostro, detenía sus planes por unos minutos, los suficientes para que el mismo se fuera cuál mariposa en estaciones primaverales de su rango.

No entendía que hacía tan difícil el acabar con la vida del mismo, sólo era cosa de que Killer Queen tocará alguno de sus aretes o chaqueta, y ¡Boom!, camino libre para poder disfrutar de las mejores manos que haya podido encontrar. Sin embargo, simplemente no podía hacerlo, había una barrera invisible ente su persona y el adolescente que simplemente no se venía abajo.

Estaba esa línea invisible que no le dejaba acercarse a hacer su cometido, de poder deshacerse del mismo para así tener acceso a una manos que prometían bastante, pues parecieran que con ellas estaría un buen rato entretenido; para su mala suerte, le tocaría esperar poder tener acceso a aquellas manos tan deseadas por sus más bajos deseados, aquellos que nunca diría en voz alta, por qué son mal vistos.

No sabía el nombre del chico, pero sus rasgos estaban más que instalados en su memoria, junto a su uniforme, que ocultaba un hermoso cuerpo trabajado, masculino, con toques leves de feminidad que se quedaban grabados en tu memoria, aunque resaltarán sus manos en sus pensamientos. Le gustaría indagar en el nombre del mismo alguna vez, quizás le serviría algún día conocer su nombre para sacar su dirección, y poder verle más íntimamente, aprender mejor sus horarios, para así no dudar o detenerse a la hora de la verdad.

Por el momento, no tenía los medios, pero si llegaba a saber su nombre, se aseguraría de hacerlo valer la pena al intentar acabarlo en aquel instante; su vida parecía girar entorno a aquellas manos que tanto él deseaba poseer, pero aún que estuviera deseando fuertemente las manos de ese adolescente, debía estar buscando matar para que, aquellas manos que sacaba de sus tantos asesinatos, no les crecieran las uñas. Sonaba raro, pero juraba que las uñas de las manos crecía si él no cometía asesinatos cada cierto tiempo.

Aunque saliera y rompiera con muchas manos, realmente sus deseosos ojos estaban puestos en aquellas manos tan cuidadas por ese adolescente, buscando siempre una oportunidad para tenerlas, por más pequeña que fuera.

La suerte le sonrió, concediendole una pequeña oportunidad de sentirlas.

[Obsesión Ascendente] (KiraJosu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora