Las sabanas se encontraban húmedas así que decidió cambiarlas. Eso requería reunir fuerzas para levantarse... y no quería ni saber de eso. Con fiebre y náuseas despertó Daniel. Su olfato estaba peor que antes. A pesar de ser una breve infección, no soportaba estar encerrado en su casa. Por otro lado, la idea de asistir a la universidad lo abrumaba; ya tenía un año sin tocar sus libros o leer cualquier tema que se asemeje a su profesión.
Cuando Daniel enfermó, su madre lloró pensando que lo peor estaba por pasarle, pero se calmó cuando llegaron los resultados del examen. Al parecer tenía una infección, provocando fiebre y náuseas. Había perdido peso. Las náuseas le hacían perder gran parte de la comida que ingería.
Al terminar de cambiar las sábanas de su cama e intentó bajar las escaleras, sus pies se doblaban en los escalones por la debilidad de su estado. Entre cada paso su mente se mareaba y sentía como un vacío se formaba bajo de él, queriendo desvanecerse entre los escalones. Era una escena deprimente, pero no puedes decirle a tu hijo que el dolor se irá, porque sabes que ese recuerdo lo perseguirá por siempre. El dolor del duelo es constante con los días y la lucha por no culparte es aún peor.
Mientras pasaba por el umbral de la sala un marco fotográfico captó su atención.
La recordaba como cada noche envuelta en sus sábanas. Otros días la odiaba, por su imprudencia, ni el amor que se tenían pudo ayudarla o al menos salvarla. Valeria se convirtió en una más de la lista, y el ahora creía en sus palabras.
—hemos perdido la cordura para terminar culpándonos de nuestra destrucción.
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Hola, dime mi amor
RomantikSe encontraron expuestos a un mundo donde la meta era sobrevivir, sin las posibilidades de conocer la felicidad y entre tanta tragedia se perdieron esperanzas, hasta el amor. Nada es capaz de salvarse...ni los sueños. Daniel ha perdido el rumbo de...