—¿Y tú prima? —preguntó con curiosidad Daniel, dando un vistazo a la parte trasera del auto, arrojando su maleta y cuando se acomodó en su asiento nunca se percató que un cierre de la maleta estaba abierto, dejando caer una basurita...un papel insignificante. En su mente una idea traviesa de mal gusto se cruzó—le he asustado al igual que una criatura, ¿se estará ocultando de mí?
Se le volvía extraño no verla ese primer lunes del mes.
—En problemas, supongo —contestó Jonathan. Daniel lo miró atónito, creyendo que no era real la manera que no le importaba su prima. Era raro, ya que la mitad de su tiempo se lo dedicaba a ella y el otro lo compartía con él. Al ver su reacción siguió hablando— su carrera tiene problemas. Al parecer quieren cerrarla por falta de dinero, y se la ha pasado encerrada en su cuarto desde entonces. Por ejemplo hoy falto porque sus profesores suspendieron ciertas horas. —explicó mientras conducía en dirección opuesta a los edificios de la universidad. Sin mostrar afecto a la delicada situación dejaron por terminado el tema. Cuando en realidad los dos se sentían lo suficientemente preocupados por ella, quizás por la única persona que es importante dentro de sus vidas.
Comprendía lo que sentía (injusticia), se comparaba al enojo de un pueblo corrupto y frustrado por promesas no cumplidas. Un grupo de personas traicionadas en medio de sus sueños cuando creían que todo marchaba bien. Todo parecía rebelarse en este mundo desigual y si no fuera por las etiquetas sociales...no estarían tan separados.
Desperdiciar sus dos años de estudios para que al final le retiren sus sueños. Echaban a perder todo el esfuerzo de no solo un estudiante. Entre las opciones de seguir estudiando lo que amas o escoger algo distante para suplantar, se volvía como intentar reemplazar el café por manzanillas y todos amábamos el café ( o eso creía Daniel).
—La verdad, no sé porque nos vemos obligados a seguir estudiando sabiendo cómo está la situación en el país. —un bufido se escapó de los labios de Jonathan. Esos labios marcados por sus dientes y esas ocasiones que los muerde al perderse en sus recuerdos o cuando se encuentra disgustado que intenta ocultarlo con cualquier manía. Sus manos giraron el volante para salir de la calle principal, aunque el tráfico fuera poco, odiaba conducir con semáforos en cada esquina—si Hanna se queda sin estudios aquí, es de ley que debería irse a otra ciudad o peor aún a otro país.
—¿No es lo mejor? —Daniel trataba de ser comprensible y por un breve tiempo pensó lo mejor—podría ser lo adecuado para ella pero...
Si Hanna estuviera presente no tardaría en reclamar sobre "¿cual es lo adecuado para ella?".
—Sus padres no lo permitirán. Se le permitirá dos opciones —le retracto mientras enumerando sus dedos—primero, deja de estudiar o segundo, cambia de carrera. Ellos nunca aceptaron la idea de que su hija se quede estudiando en otro lado o estado. Esas son sus condiciones para que le paguen su carrera y la apoyen. Sin ellos, Hanna no es nada, no es capaz de defenderse por sí sola. Apenas contó conmigo ese año encerrada. ¿Cómo crees que se sintió cuando al fin pudo salir de ese martirio? —terminó Jonathan soltando una angustiada oración que comía el alma de Daniel. El final de sus palabras le hacía pensar en su inseguridad.
—¿Y si prueba con estudios a distancia? Existen universidades privadas y pagadas, puede que sea un costo adicional, pero podrá continuar —la recomendación de Daniel sonaba bien, además no lo hacía solo por reducir la culpa, lo intentaba para que no se quede estancada en un problema. Quería alentar a esa pequeña mente a darle esperanzas, si Valeria prometía mucho más en un futuro, Hanna lo podía hacer mucho mejor si le permitían la confianza a sí misma.
—Deberías decirle eso tú ¿No crees?
—Si viene mañana quizás...
—El viernes. —interrumpió Jonathan, mirando de reojo a su acompañante—ella no regresa hasta el viernes.
Después de eso todo el auto se volvió un silencio.
Cuando aparco fuera de su casa y Daniel comenzó a desabrocharse el cinturón de seguridad, este entorno de manera insegura lo siguiente—El día sábado Valeria cumple un año. —ambos sintieron que le faltaba algo más a esa oración. Si fuera posible de verlo a los ojos y comprender cómo se sentía, Jonathan lo haría.
Entre los dos esa palabra circulaba de manera lenta y pesada. La falta de aire para Daniel lo aproximaba al miedo, enojo y coraje. Le hacía regresar a esos días quebrantables, oscuros.
Dentro de la cabeza de Jonathan sucumbía un pitido infinito, al igual que un eco. Todo se entonaba como un eco en su mente al recordar que Valeria estaba muerta. —Sus padres harán una misa, sé que Valeria fue tu...—suspiro y cerró sus ojos—fueron pareja. —dijo Daniel con énfasis. Mientras que Jo se había paralizado en el volante—Maya me lo ha contado— lo miro con molestia— esperaba al menos que tú lo admitieras.
Daniel bajó del auto y cerró la puerta con fuerza.
Jonathan estaba a punto de gritarle algo más, aunque sea una excusa para que regresara, pero cuando la verdad se revela muy tarde es inevitable sentirse mal o culpable. Quizás el tiempo corría, pero los secretos nunca desaparecían, ni los sentimientos o recuerdos.
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Hola, dime mi amor
RomantikSe encontraron expuestos a un mundo donde la meta era sobrevivir, sin las posibilidades de conocer la felicidad y entre tanta tragedia se perdieron esperanzas, hasta el amor. Nada es capaz de salvarse...ni los sueños. Daniel ha perdido el rumbo de...