Capítulo 26: Cuando las cosas explotan

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Esa tarde durante el recorrido de los tres jóvenes. La ciudad se envestía de caos, y por otro lado muy lejano una ola inquietante y negra se extendía por un país, arrasando con todo a su paso. Arrebatando las esperanzas de un mejor año...


Hanna seguía delante de Daniel quienes bromaban para llevar el tiempo y un camino incompleto

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Hanna seguía delante de Daniel quienes bromaban para llevar el tiempo y un camino incompleto. Se encontraban amenazantes ante una tormenta y la oscuridad, Jonathan mantenía fija su vista en el camino recto, mientras que los otros dos seguían inmersos en sus fugaces y cómplices miradas.

El fijándose en que a ella le quedaría mucho mejor el cabello recogido que el suelto o en como sus ojos se cerraban por su sonrisa y pudo presentir ese cosquilleo en sus manos que subía hasta su pecho, luego se enrojecía y una breve calentura se llenaba en sus mejillas. Estaba haciendo reír a Hanna. Hacer reír a lo que quedaba de tu vida y amistad recuperaba toda iniciativa de aliento, y Daniel pudo reírse con tranquilidad sin reprimir la culpa o castigarse por internar ser feliz.

Si los ojos de Jonathan se hubieran desviado a la parte trasera nunca notaria en como esas dos manos de diferentes tonalidades, texturas y actitudes estarían a punto de unirse, pero no sería suficiente para calmar el estrago al caos.

—¿Qué sucede? —pregunto Daniel al ver perder su sonrisa. El semblante se transformó en un disgusto, el mismo que amenazaba a cualquiera.

Daniel se paró de frente a ella, subió sus manos a las mejillas de Hanna para que reaccionara aunque en vez de calentarlas sintió como si fuera un mental golpeando su rostro.

Jonathan posiciono su mano en las de Daniel para que las alejara de su prima, terminando se alejarse.

—Una Valdivia —dijo Hanna. Aparto de forma brusca la protección de Daniel, y se dirigió a su primo demostrándole que deberían continuar el camino. Hanna empezó a caminar apresurada dejando atrás a los varones.

—¿es algo malo? —pregunto Daniel, conmocionado se acercó hasta su amigo— nunca la vi tan...

—¿Fría? —termino la frase en incógnita. Relajado y soltando un aire de cansancio, siguió hablando—. Le molesta mucho escucharlas —comenzaron a caminar— Una Valdivia, es como un tipo de señal, nuestras creencias naturales dicen que es un pájaro anunciante y compañero de la muerte. Sé que suena exagerado, algo no se puede creer, pero ese animalito, es capaz de predecir todo aunque no lo creas.

—¿no son creencias viejas?

—por supuesto, pero ese animal incluso anuncio la muerte de nuestra abuela y la de otras personas, durante la cuarentena pasaba cantando todas las tardes. Desde entonces, Hanna les tiene un tipo de rencor, y miedo. Ella tiene grabado eso en su cabeza.

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Toda la familia Méndez, rodeados y expectativos frente a la televisión, incluso los más pequeños.

El primero en empujar la puerta de esa casa enorme y ver la imagen que la pantalla iluminaba su cara de cansancio, procedió a transformarse en horror e inquietud. Todo parecía igual que hace un año. Personas inertes en las noticias, fundidos en la preocupación por el futuro o a donde marcharía todo.

A decir verdad, se esperaba otra cosa ante la llegada de los tres, pero no tal escena desgarradora. Esperaba contarles todo y hablarles sobre su nuevo amigo e invitado del año.

Solo que...todo eso se echó abajo cuando las noticias estaban a la luz frente a sus ojos.

Todo lo que parecía mejorar en sus vidas, los contagios, las muertes, la prosperidad y unión, se echó abajo...cuando exploto una fábrica.

Sus ojos se abrieron como lunas llenas, aguantando la respiración por ese momento.

Jonathan retrocedió y giro su cuerpo, intentando regresar por sus pasos y advertirle a Hanna. Pero la carita de su prima, la misma que tiempo atrás se iluminaba como estrellas...solo proyectaba oscuridad y sin fin de miedo, vio cómo su mente se ahogaba del poder conocido como pánico y desesperación. Su cuerpo se tensó ante las noticias de la televisión. Hanna tenía miedo a la muerte.

Se veía una nube de humo que comenzaba desde la tierra, en cualquier parte de un edificio, después miles de chispas, como fuegos artificiales, todas rojas y amarillas, hasta que llego la calma y de pronto, como un big y bang se extendió como onda blanca. Como una ola que arrasa y lleva todo a su paso, sus edificios cercanos parecían pulverizarse con la explosión. Y un sonido agudo que podría penetrase en tus oídos, dolían. Lo podías sentir. Todo se extendió con mayor fuerza, y aquellas personas que se mantenían en sus alrededores parecían correr junto el viento arrasador, desapareciendo entre la oscuridad de la nube.

—Hanna —la llamo Daniel por tercera vez al verla gélida. Jalo la punta de su blusa para que lo viera y en el tiempo que se encontraron sintió la amenaza de sus ojos. Ella tan solo quería huir y alejarse de las amenazas. ¿Cómo podía creer que todo volvería a ser "normal"? sintió decepción dentro de ella, una profunda idea de ser idiota por soñar despierta y creer que el dolor acabaría justo el día que el mundo podía salir.

Daniel analizo la posición de defensa que Hanna presentaba e intentando calmarla lo empujo. Por primera vez Hanna parecía rechazar su presencia así como él lo hacía.

Ella tropezó con su pecho antes de huir, y Daniel intento abrazarla para que se calmara y recibió un fuerte rechazo. Hanna corrió de vuelta a la salida entre tropiezos de coraje. Él estaba a punto de seguirla, pero las manos heladas de Jonathan se quedaron frente de su pecho y lo detuvo.

—No, déjala.

Lo entendía, quería estar sola, lejos de todo y de ellos, incluyéndolo.

—¿Cómo puedes decir eso? Ya es de noche, no sabes lo que pasa afuera.

—¿Y tú sí? —Pregunto alzando su voz, Jonathan lo miro con regaño y cuando se percató de la forma en que reacciono, relajo su actitud— ella regresara, no tardara. Sabe a lo que debe enfrentarse.

La vieron montar en una bicicleta celeste y de pronto, con furor, se perdió devuelta en el camino. Se perdió entre la oscuridad y la ola de árboles.

Y, analógicamente, él no podía hacer nada. Ni siquiera devolverle el gesto de cuando el quedo borracho.

Hanna ya no quería un retornar al caos, no quería regresar al encierro, a los gritos, al dolor, a la perdida...solo anhelaba volver a algo mejor.

Y Daniel, no podía ofrecerle eso.

Hola, dime mi amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora