Capítulo Uno

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Cuando el mundo como lo conocíamos terminó, no sucedió como esperábamos. No colisionó debido al impacto de un meteorito o la rápida subida del océano debido al calentamiento global o al deshielo de las capas polares. Estuvo mucho más cerca de esas alarmas epidémicas, de las que siempre nos preocupábamos pero que nunca sucedían. Salvo que ésta, de hecho, lo hizo. Un día las noticias estaban comunicando que algunos casos de gripe porcina estaban empezando a cruzar de México a Estados Unidos, y entonces otros casos empezaron a aparecer en otros países cuando los viajeros la llevaban de regreso a casa con ellos como un souvenir por el que no habías pagado como recuerdo de vacaciones.

Mientras leía material de archivo sobre gente comprando máscaras de cirugía y caminando por la calle como si hubiera una convención de dobles de Michael Jackson en la ciudad, me giré hacía mi novio Eunwoo y dije:

─Si ese virus es tan malo como dicen, dudo mucho que esa simple máscara vaya a servir de nada. 

─Eres tan pesimista ─replicó─. ¿Cuántas veces al año se oyen noticias sobre esa clase de virus, eh? Y luego desaparecen sin más o sólo afectan a los animales. Ya verás cómo no va a pasar nada.

Eunwoo. Ni siquiera quiero pensar en él, pero aún así lo hago. Es irónico que él tuviese que ser el que cayese ante el virus, cuando nunca se tomó la epidemia en serio. No sé cuantos supervivientes hay. Pero hay menos de lo que solía haber. Puedes saber quiénes son si los ves en las calles; sencillamente tienen esa expresión obsesionada en sus rostros que sugiere que están listos para correr. Tal y como están las cosas en estos momentos, no puedes quedarte en un lugar mucho tiempo; hay que moverse constantemente.

Si quieres vivir, claro.

Y tío, yo quiero vivir.

Siempre pensé que si venía el fin del mundo, preferiría morir inmediatamente que tener que sobrevivir en un mundo de pesadilla sin las ventajas de las comodidades modernas que amaba. Pero cuando vino el Apocalipsis, luché con uñas y dientes para seguir viviendo.

Literalmente. Los supervivientes se han convertido en luchadores.

De verdad no creí que la gripe fuera tan mala como dijeron. Pero entonces la gente empezó a morir. Al principio por centenares; luego por miles. El pánico empezó a cundir en toda la nación. Las fronteras se cerraron; otros países se negaron a ayudar por miedo a introducir la enfermedad en sus casas. Los cuerpos fueron quemados rápidamente para tratar de frenar la oleada de contagios.

Pero algo raro empezó a pasar. 

Hubo un número de aquellos que fueron infectados, y murieron, que volvieron a la vida de nuevo después de un día o así. Pero no volvieron iguales. Los doctores hicieron hipótesis de que el daño cerebral por falta de aire mientras estaban «muertos» causaba la falta de habla, el modo de andar a trompicones, la mirada muerta en los ojos. Lo que no pudieron explicar fue su fuerza, la cual iba y venía a trancas y barrancas. Eran incontrolables, y tendían a matar a la gente que se acercaba demasiado a ellos.

A falta de un nombre mejor, fueron llamados «zombies». Eso sólo contribuyó al pánico, incluso a pesar de que no eran para nada como los zombies de las películas. No querían comer nuestros cerebros; tendían a asaltar cubos de basura, casas y tiendas. Esa era la razón de que ningún lugar fuera seguro: los zombies estaban por todas partes, y si te ponías en su camino, probablemente no sobrevivirías. 

Para cuando «la epidemia» fue de conocimiento público, sin embargo, Eunwoo estaba muerto. Había enfermado; yo no. Ahora que sé lo que sé, tengo la esperanza de que muriera de verdad... de que no fuera un zombie. Porque eso significa que habría estado vivo mientras era incinerado...

Me enamoré de un zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora