Capítulo Cinco

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«Oh Jungkook. Tú no».

Al menos Eunwoo se había ahorrado este destino particularmente cruel. Pero saber que Jungkook había sido convertido, y había estado viviendo de tal modo... y para mí, ser ahora testigo de ello, bueno, sólo me preguntaba cuánto más de todo esto podría aguantar antes de terminar enloqueciendo.

Seguramente era demasiado para que lo soportase cualquier persona, ¿no?

Jungkook dio un paso tentativo hacía delante, y no pude evitar alejarme un paso. Sentí la dureza de una valla a mi espalda. Estaba atrapado sin importar de qué modo mirase la situación.

Jungkook gimió de nuevo mi nombre. Quería bloquearme los oídos, gritarle que parase, hacer cualquier cosa para no tener que oír el sentido de humanidad que aún permanecía en él. Parecía perverso, el grado de normalidad en un cuerpo cambiado tan radicalmente.

Así que hice la única cosa que pensé que podía detenerlo.

─Jungkook ─susurré.

Incluso más cruel fue el hecho de que sus ojos parecieron iluminarse con un destello de reconocimiento. Respondía a su nombre. Quizás era la primera vez que lo había oído en semanas; o tal vez era algún tipo de respuesta innata, como un perro conociendo su nombre incluso a pesar de que no entiende el lenguaje humano.

No pude creerlo. Estaba pensando en él como un animal. Eso era Jungkook... el hombre con el que había compartido mi cama durante tres años.

Habíamos compartido tantísimo más que eso. Lo había sabido todo sobre mí. Fue el primer chico en decirme que me amaba. Fue el primer chico al que había dicho nunca que yo también le amaba. ¿Cómo podía mirar a lo que había ahora delante de mí, y reconciliarlo con el hombre que recordaba?

Se movió de nuevo hacia mí, y me estremecí. Y para mi sorpresa, dejó de avanzar como si no quisiera asustarme.

─Jungkook ─dije─. ¿Estás ahí?

Era una pregunta estúpida, pero no sabía qué más decir. Pero él me conocía, me recordaba, así que quizás recordaba su pasado y todo lo que había pasado antes de su... enfermedad.

Pero si estaba esperando de él que recuperase de repente el habla o alguna otra forma de comunicación avanzada, era pedir demasiado. Sólo inclinó un poco la cabeza, su boca crispándose como si estuviera tratando de decir algo.

Pero todo lo que salió fue la única palabra que podía decir.

─YoonGiiiiii.

─Genial, sabes mi nombre ─dije, volviéndome ya impaciente─. ¿Qué hay sobre el tuyo? ¿Te acuerdas de quién eres tú?

De nuevo, ese retraso en la respuesta, como si tomara una gran cantidad de esfuerzo el hablar, o gemir, o lo que fuera que posiblemente podía hacer.

Incluso apareció la punta de su lengua por el borde de su boca, como si se estuviera concentrado, incluso a pesar de que no era una característica que hubiese mostrado cuando estábamos juntos.

─Juuuungkooook.

Había una parte de él ahí, sin importar cómo de pequeña.

Lo cual además, era evidencia de que lo que llamábamos «zombies» no eran zombies en absoluto. Ahí había algo que obviamente les había ocurrido, pero no estaban sin mentes. Aún eran humanos.

Vomité, pero no me quedaba nada en el estómago. Ese zombie que había matado... había matado a una persona. No una cosa. Claro, era en defensa propia, pero no me hizo sentir nada mejor.

A menos que Jungkook fuera la excepción de la regla. Ciertamente actuaba diferente a los otros zombies que había encontrado.

Sentí su mano sobre mi hombro.

No podía mirar hacia arriba. No sabía qué podría decir. De hecho, me daba cosa. Porque incluso a pesar de que era Jungkook, no estaba allí del todo. No era exactamente el e que había conocido.

Gimió mi nombre de nuevo.

«No me hagas esto. No puedo manejarlo».

Pero el instinto de supervivencia entró en acción. Tanto como me habría gustado tumbarme en la calzada y sencillamente abandonar, no iba a hacerlo. Tenía que alzar la vista. Tenía que aceptarlo, y lo que fuese que también iba a aparecer en mi camino. Si hubiese sido una persona más espiritual, probablemente habría adivinado que había sobrevivido por una razón, que mi vida tenía algún propósito en este nuevo mundo.

Amargamente, me pregunté si mi propósito era sólo ser follado por tíos como Namjoon y tener el cerebro hecho polvo por situaciones como ésta, donde descubría un ex que se había vuelto un zombie.

Alcé la cabeza y devolví la mirada a Jungkook. Lo de su rostro no era exactamente una mirada de preocupación, pero su mano en mi hombro parecía simbolizar ese sentimiento.

─Mejor sigo buscando un cobertizo ─dije finalmente─. En caso de que se presenten más.

Ahora yo era el perro que había rechazado más temprano mi compañía, y en éste cambio de roles, Jungkook se había convertido en mi. Me reajusté la mochila en la espalda y comencé a alejarme.

─YoonGiiiiii.

Esa era mi oportunidad de seguir caminando, de dejar todo ese conocimiento tras de mí y pretender que nunca había pasado de modo que se convertiría en sólo una pesadilla más, provocando que me despertase con sudor frío como tantas otras habían hecho desde que el virus empezó.

Pero ese simple acto, el llamarme por mi nombre, me hizo girarme.

─¿Qué quieres que haga, Jungkook?

No era justo hacerle tal pregunta, como si pudiese darme algún tipo de respuesta coherente.

En vez de eso, se giró hacia el otro lado y empezó a tambalearse calle abajo.

Oh. Estaba siendo abandonado de nuevo. ¿Sólo quería tener la última palabra? Eso era tan jodidamente propio de Jungkook.

Entonces se giró, y vio que no le estaba siguiendo. Gruñó, y sacudió el brazo.

─Todo lo que tenías que hacer era decirlo ─dije, y por primera vez en semanas, no pude evitar sonreír.

Así fue como mi vida había empezado.

Me enamoré de un zombieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora